POLÍTICA

Un mal llamado precampañas

Un mal llamado precampañas

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Las precampañas son son campañas adelantas, cinismo partidista y burla a la ley

Las precampañas en México se gestan entre dos tensiones: una adentro de los partidos que pugnó por democratizar su vida interna, principalmente contra el dedazo; y otra externa, para evitar salidas adelantadas, competencias desleales e inequidad en la contienda.

Hoy sufrimos de una etapa de precampañas sobre regulada, sin que ninguno de los dos propósitos de haya alcanzado.

En todos los partidos la postulación de candidatos se procesa y define por vías cupulares y previas a las precampañas. Éstas, a ojos vista, son campañas adelantas, cinismo partidista y burla a la ley.

El caso de MORENA es paradigmático: un candidato en campaña desde hace más de 18 años se apresta a una precampaña contra un palero de carpa, cuando no hay ser en el universo que dude quién ganará la justa y que en ese colectivo no se mueve un quark (partícula subatómica) contra la voz de su dueño y señor.

El PRI revivió el dedazo y el destapado va a una precampaña de rounds de sombra para posicionarse, principalmente, ante el priismo.

El Frente, de sobrevivir, tendrá dueño e impositor, con más costos que beneficios.

Y si todo partido político con posibilidades presidenciales reales jugó sus cartas antes de las precampañas, las contiendas internas para dizque postular candidato son todo excepto espacios de participación y decisión militante.

Así, los mexicanos nos aprestamos a la friolera de 59.7 millones de spots, a razón de 48 minutos diarios de spots durante 60 días sin tregua en las 3,111 señales radiodifundidas que existen en el País; en unas precampañas que no lo son, para definir candidatos ya definidos y para hacer más enfadoso el, de suyo, hastiado proceso electoral que da comienzo con un tsunami mediático.

Hoy la democracia en México es esencialmente spot comercial. Las campañas no pueden abstraerse de esa centralidad, así que con las precampañas despertaremos a su presencia omnímoda y enfadosa, y, con ella, a la judicialización electoral. Nadie parará mientes en propuestas, que de tiempo atrás brillan por inexistentes, sino en el comercial más incendiario, el escándalo más picoso, la infamia más temeraria, la victima más victimizada y el villano mejor vendido. Tras de ello, qué spot bajaron por ilegal pero efectivo y con cuál, aún más efectivo y fuera de norma, se substituyó.

Un tema salta ya sobre la mesa, el acceso a tiempos de radio y televisión por un precandidato único, como es el caso de José Antonio Meade. Lo lógico es que si no hay contienda interna, no habría necesidad de publicidad por el precandidato condenado a ganar la candidatura por default. Así lo disponía el Reglamento de Radio y Televisión previo al vigente. En 2012 solo los precandidatos del PAN, Josefina y Cordero, accedieron a los tiempos de radio y televisión del partido; Peña y López Obrador no, los tiempos fueron utilizados por PRI y PRD, respectivamente, con propaganda institucional. Pero en 2014, sin mayor reparo ni discusión, se retiró dicha prohibición del Reglamento de marras.

No obstante lo anterior, el Tribunal ha venido sosteniendo, incluso en la reciente elección del Estado de México, cuando ya el dispositivo reglamentario había sido suprimido, criterios en el sentido de que los precandidatos únicos no deben tener acceso a tiempos de radio y televisión.

Sabemos que el PRI, sustentado en la reforma del Reglamento, sostiene que Meade sí podrá hacer uso del spoteo en precampaña; el pleito, por tanto, está cantado y será de rompe y rasga. Podría hasta apostar que Andrés Manuel será el primero en denunciar a Meade por actos anticipados de campaña, aunque en ello le vaya buena porción de su larga lengua.

Otro tema será el reparto de los tiempos de radio y televisión entre partidos. La ley dispone que del tiempo que les corresponde, equivalente a 30 minutos de los 48 diarios por estación (los 18 restantes son para INE, TEPJF y FEPADE), 30% se les asigne en forma igualitaria y 70% proporcional al porcentaje de su votación en la última elección de diputados, pero eso aplica para elecciones federales, y como habrá elecciones concurrentes, deberá ponderarse dicho cálculo por entidad federativa con la mezcla que resulte de los porcentajes de las elecciones de diputados locales.

Y para que no quede espacio sin complicación ni pleito, habrá que sumársele el agravante de las coaliciones. Permítame tratar de explicar el entuerto. Cuando hay una coalición total, Diputados, Senadores y
Presidente, la coalición tiene derecho a los tiempos que le corresponden a un solo partido, de suerte que no veremos ninguna coalición total. Todos se irán en las coaliciones parciales para sumar sus tiempos, de suerte de acopiar una bolsa mediática nada despreciable. La autoridad, sin embargo, se ve forzada a procesar tantas mezclas como posibilidades de coalición sean posibles y traducirlas a tiempos de radio y televisión, lo que de suyo abre la puerta a interminables impugnaciones y espacios para denunciar inequidad, fraude y parcialidad de uno y otro lado.

Un dato curioso, los criterios del Tribunal sostienen que en precampaña los tiempos de radio y televisión solo pueden usarse si hay al menos dos contendientes, pero nada dicen sobre la forma como los partidos deben asignarlos a los precandidatos, de suerte que en la pasada elección en el Estado de México, a la patiño que le pusieron a Delfina Gómez para asegurarle publicidad en su precampaña, nadie la conoció, habida cuenta que el partido no le dio un segundo de tiempo aíre. Esas son nuestras precampañas y partidos.

PS.- Quiera Dios que MORENA repita la asignación de tiempos de precampaña estilo EdoMex, para salvarnos de sufrir a Noroña por 60 largos días.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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