Robespierre Mexica
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La discusión la tuve hace años con el mentor de Santiago Nieto en la mesa del entonces IFE. Nieto era uno de sus asesores y Jaime Cárdenas, a la sazón Consejero Electoral, insistía en discutir un asunto sujeto a trámite de sanción administrativa antes de estar listado para resolución. Alegaba que nadie le podía coartar su derecho a la libre expresión. Le contesté que sí.
Como ciudadano podía hacer todo aquello que la ley no le prohibiera, pero como funcionario público sólo podía hacer aquello a lo que la ley expresamente lo mandatara y en la forma en que el propio derecho lo normara. Se llama Estado de Derecho, por el cual el Estado queda sujeto a la ley. Si tenía acceso al expediente, no era como particular, sino en su calidad de funcionario público y en funciones jurisdiccionales, sujetas a la presunción de inocencia y a la secrecía procesal.
Insistió con la necedad que lo caracteriza, pero el Consejo General se apegó a la ley y le impidió caer en violación de la misma.
Lástima que Santiaguito Nieto no haya tomado nota de la lección.
De haberlo hecho no estaría en el brete en el que se encuentra.
Por un lado puede sentirse alcachofa con la cantidad de ignorancia y oportunismo que ha abrasado su farsa y afán de victimizarse. Por otro, es abogado y sabe de los ilícitos en que pudo haber incurrido y que motivaron su cese.
Tiene dos caminos, insistir en su victimación y entregarse a la poliquitería de nuestra partidocracia y Senado, buscando ser restituido; o bien, dar con sus naves al través, y a otra cosa mariposa.
Por el primer camino puede que el electorerismo de nuestros partidos y Senado lo convierta en la estrella del momento y lo encumbren a prócer de la democracia del 18. Por el segundo, puede salvar su libertad y su honra.
Menudo lío en el que estamos. Nuestro Senado, que de republicano tiene lo que un cacahuate de marciano, se apresta a quemar sus horas y días en el escándalo del momento, sin importar los temas substanciales para México. Montados en su macho de Frente Ciudadano, intentarán reinstalar al defenestrado Fiscal por mayoría de votos, abriendo un frente nefasto para toda democracia.
Me explico. La democracia sirve para muchas cosas, pero no para dictar justicia. Las mayorías podrán ser muy democráticas, pero no suelen ser justas. La época del terror en que derivó la Revolución Francesa lo acredita.
Pues bien, supongamos que el Senado se empecina en reinstalar a Nieto, cuando, según parece y respetando su presunción de inocencia, pudieran existir pruebas que acrediten la comisión de ilícitos por su parte, toda vez que, como sostiene el Procurador en funciones, violentó normas constitucionales y federales al dar a conocer datos, cifras y detalles de expedientes abiertos bajo su cargo.
Imagine usted que el Senado lo reinstala y la Procuraduría, obligada como está, procede en contra de él. ¿Qué debiera prevalecer, la mayoría oportunista y electorera del Senado, o, en su caso, la sentencia de autoridad jurisdiccional?
¿Procedería el Frente y el Senado contra los jueces que conozcan del caso, si llegasen a determinar que no procede su reinstalación por comprobarse en su caso las irregularidades por las que se dice fue cesado? ¿Va ahora el Senado va a reinstalar Fiscales y a remover Magistrados?
¿Está capacitado este Senado para determinar técnicamente si Nieto incurrió o no en falta, o es que no se trata del principio de legalidad, sino de derruir instituciones a golpes de artificio electorero?
¿No debiera privar un mínimo de seriedad, sensatez y juridicidad entre nuestras fuerzas políticas?
Este no es un problema de simpatías ni de cálculos polítiqueros, sino de estricto derecho. Desgraciadamente todo parece enfilarse para ser procesado y juzgado con los jugos gástricos y la manipulación mediática, no con la razón ni por el derecho.
A todas luces se aprecia que esta batalla ante la opinión pública ya la perdió Peña.
Pero, ¿va a reentronizar el Senado como Fiscal a quien pudo haber violentado la norma? ¿Quién nos asegura que con el poder que su reinstalación le otorgue no estaremos empollando a un Robespierre Mexica?
¿Es eso lo que se quiere? Un México de personajes épicos, no de leyes e instituciones.
¿Es ése el destino de nuestra democracia?
PS.- Ojala al Senado no le gane su sed sanguinaria y cálculo electorero. A fin de cuentas, tiene el mango del sartén para nombrar al nuevo Fiscal. Quien crea que el gobierno quitó al Nieto para nombrar un Fiscal a modo, se equivoca. Este gobierno ya no puede nada, ni dictar su epitafio.
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