POLÍTICA

Fue Alcocer

Fue Alcocer

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El desprestigio plurinominal deviene de que no son electos por los ciudadanos

Jorge Alcocer en Reforma, publica hoy un texto sobre los plurinominales en donde le echa la culpa a Bartlett, narrando cómo pasaron de 100 a 200, se modificó la fórmula de su composición y se creó la cláusula de gobernabilidad.

Todo lo que dice es cierto, pero incompleto.

Se guarda para sí la crítica de fondo a la figura de plurinominales que crearon en aquel 1986.

El descrédito de los plurinominales no responde a que sean 200, a su fórmula de distribución y ni siquiera a la cláusula de gobernabilidad, ya desaparecida.

El desprestigio plurinominal deviene de que no son electos por los ciudadanos. De que son impuestos por las dirigencias partidistas con el voto de mayoría relativa. De que de los dos votos que tuvimos en 1977, uno por diputados de mayoría y otro de diputados de representación proporcional, en 1986 nos conculcaron el segundo.

Nuestros próceres de la comentocracia electorera se llenan el buche con el voto dividido. El ciudadano, dicen, es muy inteligente y reparte su voto de suerte que vota por un partido para Presidente y por otro para diputados. Pero guardan sepulcral silencio cuando se trata del voto dividido que también pudiéramos ejercer en el caso de diputados de mayoría y plurinominales, si los candidatos de la lista de un partido no me gustan, no tengo por qué entregarles mi voto a fuerzas al votar por su candidato de mayoría relativa, como es desde 1986.

Y quienes impulsaron eso fueron Jorge Alcocer y Leonardo Valdez Zurita, a la sazón representantes del PSUM en la Comisión Federal Electoral.

Ahí le mando esta ayuda de memoria a Jorge, a ver si la comenta.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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