1968

Por Luis Farias Mackey Oct 02, 2017

Las pulsaciones autoritarias de todo signo siempre están presentes

A Marcelino Perello QEPD

Mucho se ha escrito sobre el 2 de octubre del 68.

Mucho falta por escribir y aprender. Mucho por olvidar y perdonar. Mucho por reconocer.

Pero para hacerlo, lo importante es no olvidar.

No olvidar que somos una sociedad plural y pujante, con inmensas desigualdades e injusticias insatisfechas.

Que en este México todo tiene cabida, excepto la intolerancia.

Que el equilibrio entre libertad, orden y ley nunca es fácil, pero siempre será menos difícil que la cerrazón y la lucha entre hermanos.

Que las pulsaciones autoritarias de todo signo siempre están presentes.

Que todo es posible en la paz.

PS.- Espero poder leer antes de morir los textos que sobre el 68 escribió Díaz Ordaz. Sólo una cosa, creo, impide su publicación y es la sobrevivencia, aún, de uno de sus más conspicuos protagonistas.

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Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.