POLÍTICA

Dr. Mancera, no es de querer, es de poder

Dr. Mancera, no es de querer, es de poder

Foto Copyright: lfmopinion.com

Aunque quisiera no podría

Dice la publicidad de Mancera que ante determinadas circunstancias no quiere ser político, sino ciudadano; como si su caso fuera de querer y no de poder.

En otras palabras, aunque quisiera no podría: Quod natura non dat, potentia non praestat.

La vida le ha dado innúmeras oportunidades para ser y hacer política; su desdoro acelerado y el desorden de su equipo cercano acreditan su innato impedimento.

Pero, además, no acompaño su muletilla publicitaria, no sólo por querer presumir con lo que carece, sino porque no admitió la falacia gastada e hipócrita de hacer política denigrando la política y lo político.

La política, aunque así nos lo hayan hecho creer, no es mala per se, lo son quienes intervienen en ella sin principios, sin vocación, sin capacidades y, muchas veces, con fines aviesos. Culpar a la política de todos los males es una excusa de baja estofa y poca imaginación. Hoy todos niegan la política y se ostentan como ciudadanos apolíticos y apartidistas; independientes es la nueva moda y burla. Si tanto asco y vergüenza les causa la política, para qué entonces aspiran a seguir viviendo de y en ella.

La atacan porque no la entienden ni saben cuáles son sus verdaderos fines, la denigran para brillar a su costa, sin ver el daño que hacen en la organización humana al deslavar la argamasa que hace posible la unión y acción de los hombres en libertad, derechos, orden y justicia.

La devaluación de la política hizo posible que un demente se hiciera del mayor poder nuclear del mundo trepando sobre el enfrentamiento y odio fratricida de su pueblo. Qué razón tenían los clásicos: la política sólo se siente cuando falta, cuando la normal convivencia cotidiana se torna en crisis terminal.

El Señor Mancera está en un cargo político, para ello fue electo y por ello se le paga. No puede ahora querernos venir a tomar el pelo con que no quiere ser político. Si así es que renuncie, y no por querer, sino por no poder.

Si quiere hacer ensaladas que se meta de chef, pero si es Jefe de Gobierno, que lo asuma con todas sus consecuencias y sin querer limpiar sus fracasos denigrando la política con anuncios, después de hacerlo en su desempeño cotidiano.

Dice su publicidad: "Hechos, no política", sin hacerse cargo que los hechos de un gobernante que carecen del sentido que sólo la política le puede otorgar son movimientos sin rumbo; ruido sin comunicación; hacer sin destino; entropía. Mera reacción mecánica. Cual piedra que cae por fuerza de la gravedad, sin libertad de elección y sin acción volitiva, sin sentido, sin objeto, sin responsabilidad.

Gobernante viene de gobernalle, que significa timonel, el que lleva el rumbo de la nave, el que guía, quien liderea. Y ya lo dijo Nietzsche: no hay buen viento para quien no sabe su puerto de destino.

Y por cierto, si Emilio Gamboa y sus impresentables senadores piensan que son una muestra representativa para medir el agua a la escuálida y de antemano derrotada caballada priista, es que no saben nada de demoscopia, y, destacadamente, de política. Ni siquiera el PRI, en la peor de sus demencias, se atrevería a pedirles su opinión, menos a medirla. ¿Qué no habrá en la agenda legislativa asuntos en los que puedan ser de mayor oficio y beneficio? ¿Sabrán lo que es la vergüenza?

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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