Insignificancia
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¿Qué decir? A veces no queda más que el silencio propio del pasmo.
Ante la antipatía levantada en turbamulta contra el placeo de Murat papá (parte de la desvergüenza de esta generación en el poder es la cohabitación política de padres e hijos. No crea usted que es nepotismo, no, cada uno de estos jóvenes próceres es un dechado de la cultura del esfuerzo… paterno. O será ya al revés. Chi lo sa). En fin, como respuesta a la intentona de imponer a Murat papá en la CNOP, parece que el priismo se levantó de la tumba en que medio enterrado lo tiene el inefable Ochoa reclamando la afrenta y la sevicia, y quien pone y quita en el PRI mandó cambio de luces desde Reforma e Insurgentes.
Esa es la buena: a Murat lo bajaron del caballo de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, de la que ya no queda más que el membrete y algunos cargos burocráticos con coche y gastos. Ah, y un mucho de desprestigio.
La mala es que como premio de consolación lo mandan a la Fundación Luis Donaldo Colosio.
Estoy cierto que Murat, al pedir las sales para el soponcio y el Melox para el entripado, ordenó ipso facto una lista de cursos intensivos de lectura y escritura, para, al menos, dar el gatazo en su nuevo puesto.
Ahora se abre un horizonte de insondable incertidumbre. Como operador político Murat es garantía de crisis: es el Rey Midas pero en crisis, no en oro; más como ideólogo y diseñador de plataformas y programas es una incógnita tipo situación límite de Jaspers: "hay situaciones que son, por su esencia, permanentes aún cuando se altere su apariencia momentánea: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar; estoy sometido al azar; me hundo inevitablemente en la culpa. A estas situaciones fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones límites. Quiere decir que son situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones límites es, después del asombro y de la duda, el origen, más profundo aún, de la Filosofía". No creo, sin embargo, que la situación límite llamada Murat lleve a nadie en el PRI a la filosofía. A la locura, sin duda y sin escalas.
Tras el nombramiento de Murat en la Fundación, Reyes Heroles, de pura vergüenza, mudó su tumba diez pisos más abajo.
Hace unos días un amigo me preguntaba: ¿quién va a querer entrar al PRI con Murat en la CNOP? ¿Entrar? le repliqué, ¿entrar? ¡Por favor! ¿Quién va a querer quedarse? La pregunta sigue siendo válida, con el agravante que en la CNOP su grilla podría quedar extraviada entre la de baja estofa que circula en la operación política de ese partido desde hace tiempo; pero su grilla en el seno de la inteligencia partidista (la poca que aún sobrevive en ese instituto político) brillará como caca de rata en un pastel de bodas.
Necesario será revivir a Freud con dos efectos: uno, desentrañar qué tienen en la cabeza quienes llevaron a semejante zopenco al área encargada de la inteligencia de ese partido; otro, interpretar psicoanalíticamente la Plataforma Electoral del PRI 2018.
Posiblemente la Presidencia de Murat en la Fundación Colosio sea mañana un caso de estudio en las escuelas de ciencia política o de psiquiatría, o tal vez en ambas a la vez.
El Senador Zamora a la CNOP es solo una muestra más de que a quien hace y deshace en el PRI, se le acabaron las fichas hace ya un buen tiempo.
Pobre PRI, entre tantos militantes solo hay un multiusos disponible para el colocador del momento.
Ochoa, por su parte, ha entrado a niveles cuánticos en su proceso de disminución.
Pobre PRI, venir a morir en manos tan insignificantes.
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