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Amar no es querer

Amar no es querer

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Amar se ejercita el sentido de dar

Parece que es lo mismo querer alguien que amarla, pero en realidad no es lo mismo.

Veamos por qué:

A) El amor reclama en todo momento desear y hacer un bien a la persona amada. No tiene lugar el hacer daño o lastimar. Hay un permanente sentimiento de comprensión y afecto. En cambio el querer se basa en la idea de poseer y obtener algo de la persona que se dice querer.

B) Al amar se ejercita el sentido de dar, de entregar, de obsequiar, de ser generoso y atento a las necesidades del otro. En cambio, el querer se centra más en el obtener, necesitar, requerir y hasta exigir que el otro satisfaga tus necesidades, peticiones y requerimientos. Por lo que se enfoca más en el ego.

C) En el amor los dos crecen y aumenta el respeto, la admiración y la confianza. Se desarrolla un mayor sentido de la igualdad y se llega a vivir la libertad como una consecuencia del amor. En cambio, en el entorno del querer, acaba dominando uno sobre el otro, se somete a la pareja progresivamente para que cumpla las necesidades y expectativas, bajo el imperio del temor, el chantaje y la amenaza. Se llega a castigar, a regañar y a reclamar constantemente, debido a que la sumisión toma un carácter de pérdida de la libertad y se inclina a convertirse en una esclavitud para cumplir la voluntad de la pareja. Se puede llegar a sentir afecto, cariño y deseos de convivencia en una relación así. Pero no es amor. La felicidad conyugal no admite una relación de patrón-esclavo, donde uno pueda estar feliz y el otro no. El amor maduro exige la genuina felicidad de ambos.

D) Dentro del ámbito del querer, se desarrolla un intenso miedo a perder a la persona que se quiere, pues se tiene más como una pertenencia y posesión que resuelven los problemas de soledad y servidumbre. Se depende de esa persona como alguien útil e indispensable, pues se ha convertido en un medio y no en un fin. En cambio en el amor, las personas son siempre un fin y no un medio, no se busca poseer ni someter. Y siempre la felicidad en la libertad del otro, es el objetivo a conquistar. El ego ya no estorba, pues en la madurez ha crecido el sentido altruista con los demás, empezando por la pareja, a quien ya verdaderamente ama y se lo demuestra como tal.

E) En el entorno del querer es fácil que se desarrollen los celos, el aburrimiento, la lucha por el poder, las discusiones, la vigilancia y el control, lo insano y conflictivo envuelven la vida de la pareja. En cambio en el amor, crecen los valores, las virtudes, la creatividad, un amor por la cultura y el bienestar mutuo y de los hijos. Hay un ambiente positivo y sano.

Como nos podemos dar cuenta, la tendencia es que existen más parejas que se quieren, que aquellas que se aman.

Y lo que buscamos es el reino del amor y no del querer, ahora sí parece más claro por qué no es lo mismo.

La clave para un matrimonio maduro y duradero es el auténtico amor y no un querer, que aunque se tengan afecto y cariño, no deja de ser fruto del egoísmo.


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Guillermo Dellamary

Guillermo Dellamary

Dr. Guillermo Dellamary Soy un psicólogo, filósofo, con más de 30 años de experiencia y buscando ayudarte a vivir tu vida de una mejor manera.

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