Amar reclama sacrificio
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No hay vuelta de hoja, cuando amamos vamos a sufrir también, no hay escapatoria porque al entregarnos plenamente a alguien, dejamos de protegernos y quedamos plenamente expuestos y vulnerables.
Todo tu corazón se desborda con singular ímpetu hacia la persona que tanto amas. Deseas su bien, que no quieres que ni una mancha caiga en su alma pura y bella. A veces se teme perder al ser amado o algún día ya no ser correspondid@. O tal vez descubrir que tus acciones ya no l@ hacen feliz.
El amor se goza más, en la medida en que lo das todo. Cuando te vacías de ti mism@ para volcarte en hacer lo mejor posible para el bienestar de tu amad@, vas derrotando el egoísmo y te quedas con el palpitante sentido de darlo con alegría.
Se hace evidente que una persona que ama profundamente y con sinceridad, está dispuesta ha realizar pequeños o grandes sacrificios con tal de darle gusto y hacer feliz a su pareja.
El connotado ejemplo del profeta Abraham al estar dispuesto a sacrificar a su hijo, es una muestra de amor a la voluntad de Dios, es un testimonio de hasta qué punto hemos de llegar por el ser amado.
Dejar a un lado todo lo valioso e importante que tenemos en aras de mostrar nuestra disposición a hacer feliz al otro. Hasta vencer el orgullo, dejar de tener la razón, imponer una idea o no hacer nuestra actividad favorita, con tal de ver feliz a nuestr@ amad@, son muestra de estar dispuesto al sacrificio.
No hay nada más precioso que la felicidad del otro y, en el caso de los fervientes y piadosos, el cumplimiento de la voluntad del Padre, por amor.
Abnegación, implica negarse a sí mismo los gustos, caprichos, razones y hasta las elementales necesidades para obsequiar con gusto y alegría, al ser amado, todo lo que sé es. Ya no importo yo, sino tú. Lo mío pasa a un segundo término, lo tuyo es mi prioridad.
Al constatar mi sacrificio por ti, hago gala de la grandeza de mi amor. He vencido mi ego por alagar primero tu voluntad y necesidades, más que las mías.
Una relación perdurable y sana, exige del sacrificio mutuo, o al menos el de uno. Pero sin ese maravilloso gesto humano, la lucha de egos acaba por deteriorar el auténtico amor.
El sacrificio surge del corazón, es espontáneo, humilde y libre, produce gozo y plenitud a quien lo practica, y no como muchos que no lo conocen, lo figuran doloroso, tortuoso y en ocasiones como una derrota, cuando en realidad es de las más sublimes y elevadas expresiones del amor.
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