POLÍTICA

Voto interruptus

Voto interruptus

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Las autoridades electorales le piden al Partido que se masturbe electoralmente.

Corría el 76, se preparaba una reunión nacional de funcionarios electorales. Yo era achichincle en el Registro Nacional de Electores y en esa calidad me encontró Sergio García Ramírez, a la sazón Subsecretario de Gobernación, probando las filminas que ilustrarían el discurso del Director del Registro, Fausto Villagómez. Maestro al fin, Don Sergio amablemente me compartió sus consideraciones al texto e ilustraciones. Apreciaciones que el día siguiente magistralmente el propio García Ramírez amplió en su discurso. Palabras que recuerdo como si fueran pronunciadas hoy: La democracia, sostenía, no es sólo existencia y derechos de minorías, cuanto su posibilidad real y efectiva de convertirse en mayoría.

Una democracia donde las minorías juegan de guajes, sin posibilidad real de triunfo, es una democracia falsa, sucedánea. Onanismo electoral.
Onan, hijo de Judá, hubo que casarse con la viuda de su hermano mayor, llamada Tamar. Y de acuerdo con la Ley Judía, si procreaba un hijo con Tamar, éste sería considerado descendencia de su hermano, no de él, desplazándolo así de la sucesión hereditaria familiar. Onan, según la Biblia, inventó el coitus interruptus, razón por lo cual Dios lo castigó con la muerte. De allí la palabra onanismo, o masturbación, consistente en la acción de estimular los órganos sexuales para provocar placer sin mayor propósito ulterior. Sin entrar a discusiones filosóficas, el onanismo es un sucedáneo de la realidad, acción "que, por tener propiedades parecidas a las de otra, puede reemplazarla". Es un autoengaño, que si bien puede tener explicaciones biológicas, psicológicas y de salud, no deja de ser un falso reemplazo.

Pues bien, en aquel ya lejano año, corría un candidato único a la Presidencia de la República y a la par de él la guerrilla como realidad política. Existían sólo diputados de mayoría relativa, sistema de representación que tira a la basura los votos de todos los candidatos que no ganan, pudiendo ser la suma de todos ellos superior a los del que triunfa.

En ese entonces, muchos de los que hoy apuestan por la democracia andaban, como suelen decir, en los fierros (las armas) o en la cárcel. Llegó la amnistía y con ella la reforma política y la transición que tantas veces hemos desaprovechado y traicionado. La vía democrática fue, gracias a la representación proporcional, opción verdadera para muchos que hasta entonces la negaban y a los que se les negaba.

Los que entonces abrazaron la democracia tienen hoy una verdadera implantación social. Tal es el caso del Partido del Trabajo. Con todos los inconvenientes que se le quieran hacer valer, es una expresión política que ha gobernado municipios importantes en Nuevo León, Guanajuato, Zacatecas, Chihuahua, Durango, Oaxaca y Estado de México, de los que me acuerdo; sin menoscabo de su presencia en Cabildos, Congresos locales y Cámaras del federal. Su implantación social es real y efectiva. Su voto duro también.

Es cierto, no es un Partido moderno, tampoco versado en las técnicas demoscópicas, comunicacionales y publirrelacionistas que consumen los mayores esfuerzos y recursos de otros partidos más conocidos, aunque quizás igual o más desprestigiados. No es docto en la deliberación pública ni frecuenta los restaurantes de los agoreros políticos de Polanco, pero tiene base social y, por sobre todo, es y tiene derecho a ser porque, antes que emblema, son ciudadanos en ejercicio de derechos de asociación, participación política, voto activo y voto pasivo.

Pues bien, lo que hoy se le pide al Partido del Trabajo y a sus militantes es onanismo electoral. Sométete a una elección extraordinaria, gasta lo que ya no tienes, moviliza a tus fuerzas, saca a tus militantes y simpatizantes a votar, pero eso sí, tus votos serán interruptus, no tendrán efecto alguno. En mayoría relativa se irán al basurero junto con todos los que no ganen el distrito; en representación proporcional no contarán por acuerdo del INE y sentencia del Tribunal que niegan la representación proporcional. Finalmente, para la conservación del registro sus votos podrían no contar por determinación del INE en abierta contravención a la Constitución, hoy, a 9 días de la elección, aún sujeta a juicio.
¿Para qué entonces, pregunto, se le permite y pide competir?

Las autoridades electorales le piden al Partido que juegue por jugar, que sea una minoría sin posibilidad de ganar absolutamente nada, que se masturbe electoralmente. Pero también, y aquí contesto mi pregunta, por sadismo. Sadismo de las propias autoridades electorales sobre los derechos humanos de voto activo y asociación que están obligadas a respetar, garantizar y maximizar.

Califique Usted mismo la actitud del Tribunal cuando, a casi seis meses de la elección de junio, se reserva para resolver a unos días antes de la elección extraordinaria de Aguascalientes si ésta debe contar para conservar el registro del Partido del Trabajo. Si bien el asunto en segunda ronda llegó al Tribunal el 10 de noviembre, la litis le es conocida desde el 7 de septiembre y la extraordinaria es de este domingo en ocho. Coincidirá Usted conmigo que no es lo mismo pedirle al elector petista que salga a votar porque va de por medio la vida de su partido, a que lo haga para la lúdica entropía de las autoridades electorales. Y no es lo mismo pedírselo con suficiente antelación, a hacerlo la noche anterior a la elección.

PS.- Finalmente entiendo a Córdova y Murayama: si el voto puede ser interruptus, su garantismo bien puede ser onanista.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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