POLÍTICA

Remigio in vincoli

Remigio in vincoli

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Su único problema es haber nacido en Oaxaca, vivir en Oaxaca y estar sometido al yugo de la CNTE

Remigio es un buen maestro. Al menos en su fuero interno.

Para empezar está allí por vocación, no como otros para quienes el magisterio es una conquista burocrática, un ingreso seguro sin contraprestación alguna y una pensión de vejez.

Remigio prepara sus clases, tiene un verdadero interés por el desarrollo educacional de sus alumnos, estudia permanentemente y, dentro de sus escasas posibilidades, se capacita en las diversas técnicas didácticas.

Remigio conoce la realidad de su escuela, la situación de las familias de sus alumnos y las circunstancias personales de cada uno de sus educandos.

Su único problema es haber nacido en Oaxaca, vivir en Oaxaca y estar sometido al yugo de la CNTE.

Si la Coordinadora le ordena suspender clases y no las suspende, corre el riesgo de que le suspendan su pago o lo suspendan a él; si lo cita a plantón y no pasa lista de asistencia, es reubicado o relevado de sus labores; si le exige llevar señoras y niños que hagan las veces de escudo humano de los escuadrones de choque del "movimiento", tiene que juntar a sus familiares y algunos padres de familia y alumnos para evitar represalias; si no grita consignas, no marcha o no acampa, Remigio puede perder su trabajo.

Como él hay muchos maestros en México. Sometidos al poder autócrata de un sindicalismo politizado, terrorista y subversivo.

Oponerse al poder de la CNTE es no sólo correr riesgos laborales, sino jugarse la vida. Así, con todo el dolor de su alma, los verdaderos maestros abandonan las aulas, desatienden a sus alumnos, traicionan su vocación para convertirse en vándalos, carne de cañón, escudo humano, barricada, marchistas o lo que les impongan las causas nada magisteriales de sus líderes.

No estudiaron para ello; no responde a su vocación, menos a su voluntad, pero no tienen opción. Quien debiera defender sus derechos laborales, los mancilla y prostituye, además de reducirlos a un vasallaje cercano a la esclavitud; quien debiera apoyarlos para mejorar su rendimiento profesional, no lo hace porque está sometido a la Coordinadora en el Estado y al Sindicato en la federación: los cargos de dirección en el sector educativo están en manos del Sindicato, quejarse de éste con la SEP o con la Secretaria de Educación de su entidad es escupir al viento, tentar al diablo y jugarse el pellejo. La autoridad que debiera velar por que el maestro no sea sometido a la leva sindical está sitiada y da gracias de sobrevivir el día sin sangre que lamentar

Remigio, por supuesto, no está de acuerdo con dejar sin clases a sus alumnos, en someter a sus familiares a acampar indefinidamente en el Zócalo de la Ciudad de México, en ser forzado a marchar, violentar y afectar a terceros. Tampoco está en contra de la reforma educativa. Pero bajo sus actuales condiciones nada puede hacer.

Tal es la virtud de la reforma aprobada y que tantos dolores de cabeza aún nos hará padecer: el sueldo, los derechos, la carrera y la vocación de Remigio ya no estarán sujetas al arbitrio del líder sindical. Será maestro quien tenga la capacidad y no la relación sindical. Hará carrera y obtendrá beneficios quien lo amerite con su desempeño. Darán clases los mejores y no los allegados al sindicato. Los mexicanos dejaremos de pagar a decenas de miles de comisionados magisteriales que dedican sus días a marchar o a robar elecciones.

Habrá que rescatar, además, la rectoría de la educación para el Estado de manos del Sindicato.

Quizás la petición de orden que las reformas aprobadas imponen, rescaten a Remigio para el bien de México. Necesitamos liberar a todos estos Remigios anónimos, heroicos, sufridos y esclavizados.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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