POLÍTICA

Cervera Pacheco

Cervera Pacheco

Foto Copyright: lfmopinion.com

"Ven a que los Aluxes te alucen”

"Ven a que los Aluxes te alucen", dijo invitándome a Mérida.

Fui. Platicamos hasta que el sábado rompió en aurora. Ningún Aluxe cruzó mi camino, pero su plática, como siempre, lo alumbró. Aún lo "aluza".

El PRI, una vez más, me había ofrecido la eterna diputación que puntualmente jamás llegó. Aquella fue la última vez que les creí. Años después me invitaron a regresar a una responsabilidad partidista, y por delante me lanzaron el anzuelo de la cacareada candidatura. Llegado el momento, dos próceres se disputaron la paternidad de la misma con una enjundia y celo apenas superados por la falsía de sus montajes. Poco les importó ser descubiertos, una pléyade de incautos sobre quienes trepar precede su pompa y prestigio.

Aquella otra vez, hace trece años, yo aún crédulo, me advirtió: "Cuídate de mis paisanos", me dijo refiriéndose a dos que participaban en la hechura de las listas. Y, como siempre, acertó.

Fue el único que llamó cuando, a pesar de lo acordado con la Presidente del Partido, mi nombre no apareció y todos pusieron cara de estar ante el misterio de la Santísima Trinidad. Aquella noche en Mérida platicamos de la necesidad de cambios profundos y verdaderos en el País. No le gustaba lo que veía y no le agradaba lo que preveía. Le dolía el abandono a que se sentenciaba al pueblo llano y le inquietaba el México profundo, ése que recela en silencio, que no ve a los ojos, que esconde su odio y resentimiento bajo la sombra del ala de un sombrero.

Este domingo cumplió nueve años de muerto. Por fortuna no le tocó vivir estos tristes tiempos.

Es extraño, él sigue siendo el mismo en el recuerdo, quizás ya un poco deslavado, cual fotografía añejada al sol; pero quienes a su desaparición debieron crecer y llenar el espectro político que, finalmente, les dejaba libre, se achican al paso de los años, como si llenar sus zapatos fuera a un tiempo el fin último y una aspiración inalcanzable y cada vez más lejana.

No era fácil, ni cedía a las barreras tras las que se resguardaba; a pesar de ellas y muros de por medio, uno percibía su veracidad, honorabilidad y confianza.

Víctor Cervera Pacheco solía decir que era muy buen amigo, pero mejor enemigo. No lo dudo.

Hoy me pregunto por qué escribo de Don Víctor, qué le puede importar al lector el aniversario de un político que tiene igual número de amigos agradecidos, que de enemigos jurados. Y me respondo que lo hago por algo que se perdió hace mucho en la política mexicana: reconocimiento y gratitud.

He conocido y tratado a miles de políticos a lo largo de mi vida. Crecí entre políticos y abreve de ellos. Desde niño conocí y traté con políticos de todos los signos. Los he conocido buenos, cultos, preparados y honesto, aunque Usted no lo crea. Los he sufrido perversos, montaraces, irresponsables, soberbios y corruptos. Los conozco en la verdad y el honor, como en la mentira y la infamia. Los sé desvergonzados y los he tratado probos. Buena parte de mi vida he trabajado con políticos y tengo la deformación de seguir y analizar su actuar.

Nunca trabajé para Don Víctor, aunque muchas veces la vida cruzó nuestros caminos. No puedo, por tanto, contarme entre su equipo, amistades cercanas, generación, ni discípulos. Nuestro trato fue esporádico, casi profesional y estrictamente coyuntural, pero siempre existió entre nosotros una confianza casi desconocida, diría yo, prohibida, en la política nacional.

En México, y más en su política, priva la desconfianza, el engaño, el abuso, la explotación. Desconfiar es consubstancial a la política y exigencia de sobrevivencia para el político. Desconfiar es la máxima suprema y aun desconfiando serás objeto de abuso y de celada por quien menos lo esperas.

La traición se lleva en el ADN político nacional, al igual que el alacrán que mata a la rana sobre cuyas espaldas cruza el río por estar en su naturaleza hacerlo.

Por eso la necesidad de escribir estas líneas personales. Don Víctor fue el único político mexicano que he conocido que jamás traicionó mi confianza, que jamás me vio como alguien de quien obtener algún beneficio, a quien engañar, a quien explotar, a quien venderle cuentas verdes. Quizás no tuvo la oportunidad, quizás le di lástima.

Quizás, para ser político, al menos conmigo, Don Víctor privilegió la amistad y por ello le guardo gratitud y reconocimiento. Que es algo que la mayoría de nuestros políticos jamás conocerán.

#LFMOpinión
#Política
#Aluxes
#VíctorCerveraPacheco

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: