POLÍTICA

Torquemada Batres

Torquemada Batres

Foto Copyright: lfmopinion.com

Que nadie proponga, que nadie discuta, que nadie se atreva siquiera a pensar en reformar PEMEX, porque ello abre la puerta a la privatización

Cuando creíamos que no había nada nuevo bajo el sol y que todo era la misma gata revolcada, surge el inefable Martí Batres para mostrarnos que aún hay maroma nueva en chango viejo.

Claro que su maroma lo acerca más al medievo, la Santa Inquisición y las guerras religiosas, que a una izquierda medianamente presentable.

Verá Usted, para Martincito Batres no basta con no privatizar, hay, además que privar. Sí, leyó Usted bien.

Ahorrémonos esfuerzos vanos y entendamos -de aquí a la eternidad- que no habrá manera de que en sus cabecitas los "honestos valientes" entiendan que nadie va a privatizar el petróleo. ¿De qué quieren que vivan y alimenten sus resistencias pacíficas, sus planes de acción, alertas rojas, tomas de instituciones de educación superior, cierres de carreteras y lapidación de policías? No hay que ser, sin privatización a cual oponerse no hay movimiento y eso sí saca de sus cabales a la ecuanimidad personalizada en Noroña y despeina a la modosidad de la mismísima Padierna.

En ese, su mundo bizarro, tiene que haber privatización para que no la haya.

Así que: no a la privatización, aunque ésta sea inexistente.

No obstante, al Batres esto no le basta. Ya ve Usted que el demonio siempre se esconde en los detalles y el detalle ya no está en la privatización, sino en su discusión: "entrar en el juego de presentar propuestas de reformas es abrir paso a la privatización".

¿Cómo se le ocurre a Cárdenas y al PRD ponerse a discutir propuestas de reforma energética, si el más elemental pensamiento sobre ella abre las puertas del infierno de la privatización?

Ya no se trata de proponer, ni de expresar, sino siquiera de pensar en una reforma. Su mismo pensamiento y la más mínima inclinación hacia ella, corre el riesgo de ser infundida por el demonio de la privatización.

Prohibido pues proponer y todo aquello que el proceso propositivo implique, ya que la privatización es el chamuco vestido de posmodernismo.

La fe antiprivatizadora no admite fisura alguna: "dada la correlación de fuerzas en el Congreso de la Unión, pontifica el buen Torquemada Batres, presentar propuestas de reforma, aunque no tengan carácter privatizador, implica abrir la puerta a la privatización".

Que nadie proponga, que nadie discuta, que nadie se atreva siquiera a pensar en reformar PEMEX, porque ello abre la puerta a la privatización.

Como toda religión política, el fanatismo maniqueo del Inquisidor Batres, carga en su seno su contradicción, ya que si hablar de reformas energéticas abre las puertas a la privatización, combatirlas, incluso aún antes de su existencia, también. Y entonces, ¿de qué van a hablar los Morenos, si su leiv motiv es la no privatización y ésta también invoca al demonio privatizador?

Pobre de Ebrard, él que ya se veía bajo los reflectores de la reforma tiene que callar, porque debatir es de suyo complicidad privatizadora.

No queda más que el voto de silencio, la reclusión en el monasterio antiprivatizador y la Inquisición que combata a los herejes privatizadores por acción, omisión o pensamiento.

¿Qué pensaría el Tata Cárdenas de los desplantes y sinrazones que en su nombre se erigen?

De seguir por la vía que con devoción transita Torquemada Batres, el País no tendrá salida porque la privatización terminará por imponerse. La voluntad política y el mandato democrático mayoritario carecerán de valor alguno, ya que la privatización es una fuerza maligna y demoníaca contra la que no hay exorcismo que valga. Tan solo hablar de ella es entregarse a sus demonios y pompas. No es ya un problema de política y razón pública, es una lucha sobrenatural entre el bien y el mal, entre el Dios bondadoso y el demonio privatizador. Entre los hombres de fe antiprivatizadora y los herejes a exterminar.

Vaya senderos los de nuestra política, creíamos que construíamos una democracia moderna y derivamos en oscurantismos inquisitoriales propios de religiones políticas. ¡Pobre México!

#LFMOpinión
#Política
#MarceloEbrad
#Privatización
#PEMEX

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: