POLÍTICA

Comer o votar

Comer o votar

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Entre que los partidos tengan oportunidad de hacer desvíos del erario público o la gente se muera de hambre, nuestra partidrocracia prefiere que voten a que coman

"La Cruzada no está muerta; solo bajó la ventanilla en los Estados con elecciones".

¿Y los muertos de hambre, Apá? Los contamos después de julio hijo, si los partidos nos lo permiten.

Entre que los partidos tengan oportunidad de hacer desvíos del erario público o la gente se muera de hambre, nuestra partidrocracia prefiere que voten a que coman

Ya lo dijo Peña: el Pacto por sobre todo, vidas incluidas.

¿No debiera ser al revés? Que en las catorce entidades con elecciones los partidos suspendieran todo tipo de campañas que impliquen un reparto de lo que sea.

Los programas sociales debieran seguir cubriendo sus funciones bajo una auditoria-fiscalización nombrada conjuntamente por los institutos electorales de las entidades involucradas, la Auditoria Superior de Hacienda y la PGR. Cualquier desvío de recursos implicaría la destitución inmediata y la cárcel sin derecho a fianza.

Pero, ¿quién hace las tropelías en los programas sociales: los hambrientos o quienes medran con su hambre?

¿Quién debe pagar por el hambre: quién la explota o quien la sufre?

Valdría preguntarnos por qué las cifras de pobreza y hambre no disminuyen en México, no obstante los miles de millones de pesos destinados a mitigarlas. Será por qué a nuestros partidos no les conviene quedarse sin masas necesitadas sobre las cuales medrar.

¿Por qué mejor los partidos no donan en esas entidades su financiamiento público y privado a los programas para combatir el hambre, y lo que se reparta lleve la propaganda de todos los partidos y la invitación a votar libremente y sin coacción o compra de voto?

¿Por qué los tiempos del Estado entregados a los partidos no se ceden a programas sociales? ¿Evitaríamos su uso indebido y el escándalo nuestro de cada día?

¿Se imagina Usted campañas sin guerras sucias? ¿De qué vivirían Molinar y Zavala?

Las formas pueden ser muchas. La decisión una: ¿Qué son más importantes: los mexicanos que sufren y mueren de hambre, o el negocio partidista de las campañas políticas?

El sábado Fernández Noroña publicó en twitter: "A partir del 1 de septiembre #desobedienciacivilabsoluta que se pare todo, para que el país se mueva".

Por supuesto, la Constitución y el Estado -que tanto odia- le garantizan su derecho a decir lo que le venga en gana; pero parar a México, para luego echarlo a andar de nuevo, me parece un tanto cuanto contradictorio, por decir lo menos.

La desobediencia civil en México no es una lucha social sino un modus viviendi, un costumbrismo en las nóminas clientelares, una especie de aviaduría zavalística.

Mientras nuestros partidos lucran con el hambre y sus víctimas, gente muere, pero parece no importarles.

Ése es el problema, preferimos que la gente vote a que coma.

Vota aunque te mueras de hambre: democracia de inanición.

#LFMOpinión
#Poítica
#Partidocracia

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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