Egos extraviados
Foto Copyright: lfmopinion.com
La salida de Cordero estaba cantada desde el día que su jefe lo impuso en la lista de Senadores.
Si Josefina hubiera ganado, su salida habría sido el dos de diciembre.
Cordero es un viuda de lo peor del calderonismo, un precandidato perdedor, un personaje sin peso político propio y sin grupo; un invento de última hora: cuando Calderón entró en pánico al quedarse sin cartas viables en la sucesión y sin el control del partido, se sacó de la manga a quien mandaba por las cocas cuando él era diputado y que, ya como Presidente, confió la Secretario de Hacienda con 5 millones más de pobres de consecuencia.
A su lado, además, alinean personajes de poca monta, aunque mucho ruido: Lozano, vocinglero, otra imposición de Calderón; Gil, más prudente, pero alfil de Felipillo desde el IFE y coordinador de un poco honroso tercer lugar en la elección de Presidente, y Cocoa, la hermana autoexiliada, que impuso su regreso, candidatura, derrota en Michoacán y presencia en el Senado.
Y no es que Madero sea Demóstenes. Es también un hombre de pocas luces y alcances. Pero circunstancialmente se halla posicionado para jugar la coyuntura del pacto. Posicionamiento y capacidad de juego, dentro del pacto, que recelan y satanizan sus detractores de casa.
Dato importante es el encapsulamiento del problema. No se puede decir que sea un conflicto que abarque al PAN en su conjunto, aunque sí lo perjudique.
Gil y Lozano desgarran sus vestiduras por lo inoportuno de la remoción de su chompitas, de cara a las elecciones en mes y medio, pero no se hacen cargo del enfrentamiento que su sola presencia ha acarreado al PAN desde la contienda interna. Quieren cargar todas las venideras pérdidas en Madero y no en los resabios del calderonismo y menos en su incomoda injerencia.
Echeverria impuso de salida a Gómez Villanueva como líder de la fracción y su vida legislativa, gracias a Dios, fue efímera. Fox impuso a Creel y Calderón ordenó a Martínez Cáceres defenestrarlo por Madero. Madero repite la historia con Cordero, pero en la orfandad política, con un calderonismo en píe de guerra por hacerse de los despojos del PAN y con actores que recuerdan más a un berrinche Montessori, que a políticos profesionales.
Sobre la mesa están la reforma financiera y el Plan Nacional de Desarrollo. Una Nación sensata estaría discutiéndolos en sus méritos y propósitos, pero no México. Nos encanta el pleito de lavadero, la minucia, el lodazal y la mediocridad.
La crisis del PAN tendrá que procesarse y resolverse. Es la cruda de caer de la Presidencia a un tercer lugar. Ojalá Calderón se serene y entienda que sus tiempos terminaron y que sus enanos jamás van a crecer. Lo que no se vale, es que los conflictos de fregadero de los calderonistas y sus detractores al interior de su partido, secuestren la agenda nacional en sus rencillas, egos e insignificancias.
México no merece que nuestros llamados políticos sigan ofendiendo la política con su actuar.
Pasemos a otra cosa, veamos al País y por su futuro, ignoremos los desencuentros de egos extraviados.
#LFMOpinión
#Política
#PAN
#Calderón