El principio Monreal
A expensas de un atentando cuyas causas levantan más sospechas que el intento mismo, Ricardo Monreal grita a los cuatro vientos que nunca renunciará a sus principios.
Lo que no aclara el diputado es a qué principios se refiere: ¿si a los del PRI, donde militó hasta que Zedillo no lo hizo candidato en Zacatecas; a los del PRD, con cuyas miserias ideológicas gobernó esa entidad; a los del PT, que lo hizo Senador; a los de Movimiento Ciudadano, que lo llevó de diputado; a los de Morena, en cuyas filas hoy placea sus congruencias, o a los que se le ofrezcan mañana? Ya ve Usted cuán veleidosos son los principios.
Veleidosos y dilatados, al menos en el caso de Monreal. Eso sí, ¡muy firmes!
Para fortuna de Muñoz Ledo, ya desapareció el PARM, si no tendría en Don Ricardo a un competidor por la medalla a la ubicuidad partidista.
Ahora bien, puede que los principios Monrealistas no sean muchos, ni tan elásticos y camaleónicos como aparentan; sino uno solo y, eso sí, pétreo: vivir dentro del presupuesto.
Un día el Meme Garza González me explicó la apertura democrática dentro del PRI "Había, dijo, un solo elevador para acceder al poder y los políticos nos formábamos para subir por él."
No sé por qué me imaginé la típica fila mexicana: Un amasijo primordial de codazos, patadas en las espinillas, rodillazos en salvas sean las partes, piquete de ojos, desgreñaderos a discreción y carteristas al por mayor. Sobre todo lo último.
"El sistema, continuó el Meme, aún con sus imperfecciones funcionó, hasta que algunos se dieron cuenta que había escaleras."
Tras de oírlo me quedó claro que la fila perfectamente mexicana se extendió por todo el edificio… y todos los partidos. Hoy trepan hasta por las paredes. Y los carteristas, como los panes y los peces, se multiplicaron. Milagro de la transición.
Monreal es producto de esa apertura democrática priista, que nada tiene de democrática. Él es uno de tantos abusados que pueblan nuestras filas y se cuelan como la humedad. Es un demócrata por negación: en México si se es apóstata del PRI, se es demócrata por antonomasia. Primer axioma de nuestra transición democrática. Luego hablamos de a dónde nos ha conducido ésta.
Pero hasta hoy la gente les cree: se acuestan priistas y se levantan Monreales o Lozanos y de allí como las piedras de río. No hay en su consagración confesión, constricción ni expiación, aunque siempre haya candidaturas de por medio. Paradojas de la transición.
Los principios -el principio, mejor, dicho- de Monreal puede ser inamovible y más consistente que la terquedad de Calderón, pero este tipo de personajes, su comportamiento y principio le han causado a la política mexicana el mayor de los perjuicios.
Monreal no honra más que a su descrédito y al de la política.
Su principio y convicción es propia de pirata, no de estadista.
Aspiro a que la juventud mexicana recobre la pureza de los principios y la dignidad de la política.
Y no puedo dejar de preguntarme si el atentado de Monreal tendrá que ver con su firme principio.
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