POLÍTICA

Sentencias sin justicia

Sentencias sin justicia

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Juicios que nunca concluyen, ejecuciones que se eluden eternamente, cargas de trabajo crecientes en tribunales que giran sobre los mismos casos vistos más de 118 veces (más lo que se acumule) y que jamás alcanzan justicia y fin

El fuero tenía una razón de ser y una historia que justificó su creación. Toda institución jurídica responde a una realidad, pero la realidad cambia, y en lugar de que el fuero fuese garante del ejercicio de la función legislativa, se convirtió en patente de corzos para que diputados y senadores evitasen la justicia o violentasen abiertamente la ley. ¿Quién no recuerda a la Padierna cacheteando a policías a las puertas de San Lázaro, las acusaciones infundadas de Monreal o las invasiones encabezadas por legisladores?

No son las instituciones las que fallan, son los hombres. El ejido, en lugar de proteger y fortalecer a los núcleos agrarios los condenó a la capitis diminutio y los hizo ladinos, flojos y voraces; nuestro sindicalismo es feria de vanidades y oda de corruptelas, la Representación Proporcional, reducto de dirigentes mediocres y desobligados, la equidad de género, cuota política.

Por eso hay que cuidar todos los días a las instituciones y actualizarlas y vacunarlas contra las mutaciones de sus enemigos y abusadores.

Y la justicia no está exenta de ser abusada por quienes pretende proteger y por quienes deben impartirla. En la Corte se encuentra una solicitud de atracción de un juicio mercantil que lleva 118 sentencias y ocho años sin que la parte afectada pueda cobrar un quinto.

La empresa Caabsa Eagle S.A. de C.V. fue condenada a pagar, para ello hubieron de pasar 3 sentencias interlocutorias, 26 juicios recursales de apelación, 14 juicios de amparo directo, 7 amparos indirectos y 5 años de litigio.

No obstante, haber una sentencia firme y cosa juzgada que data del 2010, no se ha podido ejecutar al día de hoy. Contra la ejecución Caabsa Eagle presentó un amparo en otra jurisdicción, por actos notoriamente inexistentes y negados por todas y cada una de las autoridades señaladas como responsables. El proceso ha sido suspendido 14 veces por 14 quejas interpuestas por Caabsa Eagle. 20 veces se ha citado a audiencia y 20 veces se ha diferido. Cuando Caabsa Eagle no presenta una queja, presenta una ampliación de demanda, a cual más mariguanas unas y otras, pero se admiten y suspenden el procedimiento.

En el caso, observamos cómo la institución de amparo puede ser utilizada para impedir la justicia ad infinitum.

Debiera haber multa y cárcel para quien abuse de la justicia y del sistema judicial. De no haberlo, se incentiva que ambas sean "la befa y el escarnio de los malvados", como decía Juárez.

Pero ojalá y el problema fuera que el acreedor no puede cobrar. El verdadero problema se llama simulación de la justicia. Juicios que nunca concluyen, ejecuciones que se eluden eternamente, cargas de trabajo crecientes en tribunales que giran sobre los mismos casos vistos más de 118 veces (más lo que se acumule) y que jamás alcanzan justicia y fin.

Los índices de desempeño obligan a los juzgadores a resolver determinado número de asuntos por mes y de sus reportes podríamos inferir que la justicia avanza, pero cuando cruzamos el número de asuntos resueltos contra el número de asuntos en reenvío, es decir, juicios ya resueltos una o más veces y vueltos a resolver en el periodo que se informa, se llega a otra conclusión: nuestros tribunales abordan una y otra y otra vez, y así hasta el infinito, los mismos asuntos sin que jamás se resuelvan en definitiva. Se entierran en toneladas de ineficacia, porque justicia que nunca llega no es justicia y ella, y no el número de asuntos –supuestamente- resueltos, debe ser el índice de la eficacia del juzgador. Justicia definitiva y no número de expedientes reciclados.

Nuestro sistema de justicia es altamente ineficaz y, además, caro. Año con año el poder judicial reclama mayores recursos para hacer frente a sus cargas de trabajo, sin hacerse cargo que éstas son abultadas por la ineficiencia de un sistema que permite que abogados marrulleros, empresarios bribones y juzgadores indolentes burlen la justicia y saturen los tribunales de litigios ficticios para jamás arribar a la justicia.

118 sentencias, 8 años, juicios interminables, toneladas de papel, infinidad de recursos públicos, eternidad de horas hombre y todo para que unos sinvergüenzas abusen de la justicia y evite pagar lo que deben.

Temo que el caso sea uno en cientos de millares y la Corte no lo atraiga. Pero más temo que a los Ministros no se les caiga la cara de vergüenza por la simulación de justicia que padecemos y por los ilimitados recursos públicos que se desperdician girando sobre el eje de los mismos asuntos, por la indolencia de unos y el abuso de otros.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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