Institución botín
El problema del IFE no son sus Consejeros. Son nuestros partidos.
En México todos los partidos rebasan los topes de gastos de campaña. Los propasan porque los topes no responden al costo real de las campañas.
Si se pusiera en una ley lo que realmente cuestan éstas, no habría funcionario de elección popular que no fuese despellejado por el pueblo legítimamente ofendido.
El viejo divorcio del derecho y la sociología: en la ley fijamos un tope que a todos prestigie, pero que en la realidad nadie cumple. En la ley establecemos un sistema de fiscalización que a todos nos vista; y que en la realidad todos lo timamos. En la ley disponemos sanciones, que en la realidad aspiramos solo se apliquen a los bueyes de mi compadre. En el ínterin nos otorgamos recursos públicos, agarramos todos los privados que podamos, gastamos sin decoro, nos embolsamos lo que se pueda, hacemos todo lo que está prohibido, acusamos de ello a nuestros contrarios (que por igual nos acusan) y, si nos cachan, guillotinamos al réferi; si no, se ahorca solito.
Todos agarran dinero prohibido, todos erogan mucho más de lo permitido, todos llevan una doble contabilidad, todos truquean sus informes de ingresos y gastos, todos tratan de burlar las sanciones y todos creen que nos engañan.
Unos, más ordenaditos que otros, cuadran sus cuentas para pasar el cedazo de la fiscalización; otros, más ocupados a denunciar las trampas ajenas que a ocultar las propias, terminan inculpados por propia mano.
Unos culpan a los Consejeros del IFE, cuando debiera caérseles la cara de vergüenza por falsarios y, además, zopencos; otros, guardan silencio y miran al cielo tras incendiar con sus prestidigitaciones contables lo poco de pudor que quedaba en ese Consejo General.
Los diputados, como si fuesen ajenos a los gastos y ocultamientos, llaman a los Consejeros a cuentas, dicen, en un afán de control constitucional. ¡Eméticos!
Amenazan a los Consejeros con juicio político. ¿Con qué autoridad? Sus partidos hacen la ley, nombran a los Consejeros, determinan el financiamiento público y privado, fijan los topes de gasto de campaña, los sobrepasan al infinito, falsean sus informes de ingresos y egresos (algunos con la torpeza de reportar 10 y comprobar 15), y luego desgarran sus vestiduras o hacen como que la Virgen les habla.
El problema del IFAI sí es de sus Comisionados. Personeros del calderonismo han utilizado el cargo para investigar a sus enemigos políticos y a compañeros de trabajo. Estos últimos fallaron por omisión, al mirar hacia otro lado mientras esto sucedía. Unos y otros han faltado a su alta responsabilidad.
Las instituciones hay que cuidarlas como a las plantas. No son algo que se dé en espontáneo, ni que crezca silvestremente, ni que sobreviva a la estulticia.
Al IFE, en vez de cuidarlo y fortalecerlo, lo hicieron botín de la partidocracia y fue tomado por asalto con los caballos de Troya de la ciudadanización. Allí están a la vista aquellos arcángeles, apartidistas y apolíticos, ubicados más allá del bien y del mal, y ajenos a las tentaciones del poder y sus pompas: Creel, Ortíz Pincheti, Granados Chapa, Lujambio, Molinar, Cárdenas, Cantú y los que se acumulen. A los que nadie puede acusar de nada, es a los originales Consejeros Magistrados, defenestrados por la ciudadanización.
Al IFAI lo carcomió Calderón y sus investigadores chinos.
En ambos casos, han sido los partidos, sus pleitos de cantina y amoralidad quienes han gravitado en la destrucción de estas instituciones. No son las únicas.
No hay institución que sobreviva a este comportamiento esquizoide, cínico y ruin.
Podremos cambiar tantas veces como se quiera a Consejeros y Comisionados, e institucionalizar una reforma electoral permanente de aquí al fin de los tiempos con Muñoz Ledo de Gurú, pero mientras los jugadores, sus vicios y procacidades no cambien, no habrá institución que sobreviva.
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