POLÍTICA

Ahora o nunca

Ahora o nunca

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Hoy en México no hay ley, no hay orden, no hay seguridad y no hay paz

Todo gobierno tiene una ventana de oportunidad para cambiar de tajo usos políticos patológicos. Peña Nieto y Mancera tienen un escaso y breve margen de maniobra. Ojala lo aprovechen.

Dos son las grandes devaluaciones en nuestro haber nacional: en política y en legalidad.

Hoy son más preciadas la prostitución y la criminalidad que la política. Y es que a veces ésta está más prostituida y es más criminal que aquéllas. Y la ley es trapeador de todo vivales y sinvergüenza.

Hemos hecho de la política y de la ley rehilete de pragmatismo y rehén de mezquindades.

Salinas, jugando a la política, desconoció la elección en Guanajuato, y en vez de dejar que ésta se anulara por el Tribunal recién creado y se convocara a una elección extraordinaria, impuso a un Gobernador por seis años al que nadie eligió y que los panistas presumen como paradigma de la transición. En consecuencia, una retahíla de gobernadores democráticamente electos fueron defenestrados por nombramientos presidenciales. El pacto político castró la democracia y la secuestró para cualesquier futuro chantaje. No por nada Calderón, entonces Presidente del PAN, se obstinó hasta la demencia para imponer en Huejotzingo su capricho antidemocrático y enfermizo. Capricho y patología que, socializado en la acera de enfrente, lo acompañó lastrando su sexenio y marcando su paso a la historia. Nadie sabe para quién trabaja, Salinas y Calderón abonaron la pesadilla del lopezobradorismo que puebla sus noches en vela.

Zedillo, técnico, más no político, ordenó el desistimiento de las acciones penales contra López Obrador por la toma de pozos petroleros y su amenaza a prenderles fuego. Más tarde, le franqueó su acceso a la Jefatura del Gobierno del Distrito Federal sin que tuviera residencia legal para ello, amarrándole las manos al PRI para que no impugnara debidamente su candidatura. ¿Cómo pedirle luego al Señor que ajustara su actuar a la ley, cuando ésta iba colgaba de su llavero?

Fox se amilanó ante los machetes y la estrategia obradorista que los comandaba. Y cuando un particular asaltó con lujo de fuerza los bienes de otro se preguntó, "¿Y yo por qué?". Años después, un grupo delincuencial, embozado en sindicalismo, sitió por meses el centro de Oaxaca; ejercicio que sirvió de ensayo para la toma posterior de Reforma en la Ciudad de México. En ambos casos, sitiadores y autoridades omisas y ausentes se colgaron del Sanbenito de la democracia, en sarcasmo de ella y asesinato de la legalidad y del Estado.

Calderón y su ilegitimidad carecieron de autoridad moral para ejercer el uso legítimo de la fuerza.

En todos los casos, el Estado abdicó de su obligación de cumplir y hacer cumplir la ley, en garantía del orden y la seguridad, y en conservación de la paz.

Hoy en México no hay ley, no hay orden, no hay seguridad y no hay paz.

Se inician dos gobiernos que tienen la oportunidad de restituir el imperio de la ley por sobre los chantajes de grupos de interés, sus cacofonías y su capacidad de escándalo y confusión.

Lo anterior no justifica, de haberlos, abusos de autoridad. De existir, deben ser castigados con ejemplar apego a la ley.

Pero los vándalos semiguerrilleros que se señorearon el primero de diciembre deben ser sujetos, por igual, al más estricto orden legal.

Si Peña y Mancera ceden a las presiones de los violentos, sus personeros y chantajes, y, nuevamente, abdican del imperio de la ley, podemos irnos despidiendo de ambos gobiernos y entregar el País a los Bejaranos, Panchos Villas y demás faunas del averno que atormentan el lar patrio sin pudor y sin medida.

Ser autoridad implica la responsabilidad de aplicar la ley. No es una opción, es una obligación.

El derecho es derecho o no es derecho. O el gobierno gobierna, o es la befa y el escarnio de los malvados, como decía Juárez.

La violación de la ley no puede quedar sujeta a negociación política.

No es un problema de guerra mediática. Es un asunto de orden legal.

Peña y Mancera tienen en sus manos la oportunidad única y breve de restituir la legalidad como eje de nuestra convivencia política.

O apuestan a la ley y, en observancia de ella, la aplican; o pueden abreviarnos sus sexenios e infortunios.

La oportunidad la pintan calva y no regresa.

Es ahora o nunca.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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