Hipocresía
Si realmente hubiesen querido la democracia y transparencia sindical, la iniciativa de su Presidente debió incluir el apartado B del artículo 123 Constitucional que regula las relaciones laborales en empresas y organismos públicos y no únicamente el apartado A, que regula las de empresas privadas.
La elección de sus líderes parlamentarios no es por voto directo ni secreto. No es ni siquiera a mano alzada, ya no digamos por aclamación; es por designación personalísima del presidente del partido. En los términos despectivos que utilizan para denostar a sus adversarios: por vil dedazo.
El mayor número de Juicios para la Protección de los Derechos Políticos del Ciudadano interpuestos en las pasadas elecciones ante el Tribunal Electoral, contra actos de autoridades partidarias por violación a derechos de sus militantes en procesos internos de selección de candidatos, fueron de su partido y se contaron por miles.
El proceso de selección de su candidata presidencial fue objeto de todo tipo de atropellos por parte del propio Presidente de la República que se obstinó ¡hasta la ignominia! en imponer a su cuate y luego a cobrar la afrenta de su compartida derrota.
La división interna en sus filas, que es pública y notoria, no es producto de la democracia interna, sino del juego de presiones y chantajes de un partido familiar y de curas.
En sus empresas crean sindicatos blancos que imponen a sus trabajadores; sus dirigencias son electas por el patrón y velan exclusivamente por sus intereses.
En sus ranchos emplean a jornaleros sin ninguna seguridad social y el trabajo infantil es moneda de curso común.
En los últimos doce años han mantenido una alianza inconfesable con Elba Esther Gordillo; con ella ganaron una elección presidencial pagando votos con puestos públicos, según confesión no desmentida de la propia Maestra; intentaron destruir al PRI desde sus entrañas e impusieron gobernadores a modo. Si alguien ha fortalecido el liderazgo de la Gordillo es el Partido Acción Nacional. El hijo de la Pestañitas Sahagún (Bribiesca) es flamante diputado por el partido de bolsillo de la Profesora.
Hoy desgarran sus vestiduras porque en la reforma laboral fast track impuesta por su presidente a un Congreso en vías de constitución operativa se ha rasurado, entre otros actores por los diputados de su propio partido, la democracia y transparencia interna de los sindicatos.
Con independencia a que apoyo la democratización y transparencia sindical, así como la modernización de sus liderazgos, no estoy muy convencido de la procedencia de que el Legislativo deba intervenir en la organización interna de asociaciones laborales.
No sé si los panistas estarían de acuerdo con que el Congreso legislara sobre las formas organizativas de sus clubs de golf o de sus asociaciones asistenciales. Si no me equivoco, cuando Calderón intentó meter en cintura fiscal a estas últimas ardió Troya y el propio PAN.
De lo que no tengo la menor duda es de la hipocresía panista. Si realmente hubiesen querido la democracia y transparencia sindical, la iniciativa de su Presidente debió incluir el apartado B del artículo 123 Constitucional que regula las relaciones laborales en empresas y organismos públicos y no únicamente el apartado A, que regula las de empresas privadas. En otras palabras, si Calderón y los panistas hubiesen querido meter en cintura al sindicato de maestros, al petrolero, al de electricista, al del Seguro Social y del ISSSTE, entre otros, debieron incluirlo en su iniciativa y no solo reclamarlo de dientes para fuera en busca de raja política.
Su beligerancia mediática se compagina con lo hipócrita de su iniciativa y su proverbial comportamiento político.
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