Guerra sucia y liderazgos
Foto Copyright: lfmopinion.com
Los panistas debaten su debacle. La tunda no fue para menos, aunque tampoco sea terminal.
En el 2000, más que esforzados triunfadores, fueron pasivos beneficiarios del desdoro priista y correlativo enfado ciudadano. En su bregar por la eternidad aprendieron a ser oposición, pero no a ser gobierno. Ya en él cumplieron su profecía: perdieron el partido y de paso el gobierno.
Pero su crisis es oportunidad y lo saben, a diferencia de señaladas franjas de las izquierdas, cuya adicción al suicidio alarmaría al mismísimo Freud.
Y ya que hablamos de adicciones, bien haría el PAN en dedicar tiempo a analizar la suya por las campañas negras.
En Acción Nacional se habla de los costos de ser gobierno, de los muertos en el sexenio (destaco el "en"); de la injerencia de la familia presidencial, de la difuminación de su candidata, de los procedimientos partidarios, de sus pleitos internos, de la mediocridad de sus líderes, del cuchi cuchi y hasta de Fox; pero nadie habla del eje negativo de su campaña presidencial. En vez de destacar los logros panistas, se dedicaron a culpar al PRI de todo mal habido y por haber; más que resaltar los atributos positivos de su candidata, optaron por señalar los negativos del candidato tricolor; en lugar de convocar a la unidad y civilidad enardecieron los ánimos, ahondaron abismos y sembraron tempestades.
Nada de eso les ayudó a sumar votos y el clima encrespado y ominoso del que se aprovecha López Obrador fue cultivado en gran parte por los estrategas panistas.
No dudo que la guerra sucia sea útil y justificable en ciertos casos, pero no puede ser el eje rector de ninguna campaña. Menos aun cuando quien hace uso de ella es el partido en el gobierno.
Pero, además, si bien es dable explotar el enfado ciudadano, es políticamente irresponsable y suicida convertirlo en política pública prioritaria.
Los mexicanos demostraron al PAN que quieren propuestas y no camorra, que si ayer la mayoría mostró su hartazgo por el PRI, hoy lo hizo por la guerra de lodo en que Acción Nacional convirtió gobierno, partido y campaña.
El odio nunca ha sido buen consejero y éste ha privado en las estrategias electorales y políticas del PAN. Hoy deben aprender que en política el odio y el rencor no conducen más que al fracaso.
Celebro, sin embargo, que el PAN se esfuerce por examinar las causas de su fracaso y hago votos para que el PRI explore las de su regreso, porque más ciega el triunfo que la derrota. ¡Aún no toman posesión y ya muestran sus Porches, tan ofensivos como el reciclaje de personajes impresentables!
Me temo que parte de la primer señal de Peña Nieto, expresada en los liderazgos parlamentarios, genere más desánimo que confianza. Por lo que hace al Senado no pudo ser más desafortunada la selección. El Congreso requiere hombres de leyes que puedan construir verdaderas soluciones legales a los problemas nacionales, no marchantes que merquen una mala ley por otra peor.
#LFMOpinión
#Política
#EPN
#GuerraSucia