POLÍTICA

Camino al rancho, juicio y espera

Camino al rancho, juicio y espera

Foto Copyright: lfmopinion.com

México necesita reencontrarse y luego reencontrar la política como acción constructiva

Qué se le va a hacer, está en su ADN. Nadie esperaba otra cosa, aunque nuestro candor democrático en el fondo lo desease. Qué República del Amor ni qué firma de compromisos. AMLO ha perdido otra vez la oportunidad de estar a la altura del pueblo del que dice ser siervo. Su rancho lo espera con los brazos abiertos.

Calderón obtuvo contundente respuesta a su gobierno y comportamiento personal. Lo inapelable del juicio de la historia ha tocado a su puerta.

Josefina fue víctima de las contradicciones de su partido, las fobias enfermizas de sus asesores y sus propias limitaciones. De tanto tirar lodo quedó enlodada.

En otro orden de ideas, ¿qué pensarán Gómez Morín y Preciado Hernández del cuchi cuchi como posicionamiento ideológico?

Lo que viene, sin embargo, es apabullante.

México necesita reencontrarse y luego reencontrar la política como acción constructiva. Llevamos varios lustros inmersos en un clima de desencuentros y descalificaciones. Los atisbos de violencia, física y cibernética, han sido incubados con especial esmero y celo por nuestra clase política.

La jornada de ayer muestra que México quiere paz; no solo espera acallen las balas, sino que la partidocracia cínica, rijosa y lodera guarde silencio.

¿Quién en su sano juicio desea gobernar este País? Nuestros retos son mayúsculos y apremiantes. La cohesión social muestra fisuras de muerte; somos una nave sin destino en mares procelosos y con motín a bordo.

Peña Nieto gana holgadamente; pero lo sobrado de las urnas no se refleja en las aciagas condiciones sociales, políticas y económicas.

Su primer reto está en casa y no es menor. El PRI tuvo los arrestos para no dividirse y la disciplina para actuar como la maquinaria electoral que siempre ha sido. Arrestos que, sin embargo, no se han expresado en un cambio verdadero, de fondo, generando una nueva cultura y compromiso políticos entre sus huestes. Éstas olieron el sabor a triunfo y se sumaron al proyecto peñista, pero más como cargada que como deseo y voluntad de cambio; no pocos van tras el botín, no hay ningún proyecto de Nación ni empeño político que los concite.

El lastre que carga Peña es monstruoso, aunque las condiciones generacionales le abren la oportunidad de tirar mucho por la borda. No será fácil, pero sí necesario.

México espera un verdadero cambio. Está urgido de él. Peña lo sabe, como sabe que el bono democrático es exiguo en condiciones de crisis y sociedades urgidas de esperanza.

Peña ha demostrado reflejos rápidos e inteligentes. Su llamado a la reconciliación es un primer buen paso. México necesita hermanarse después de 12 años de desencuentros y rijosidades.

Seis largos meses nos esperan. Demasiado espera para un panismo herido de muerte y odios y aún más para un Peña con legitimidad democrática pero sin margen de acción hasta el primero de diciembre.

Si Peña ha sabido hacer uso de la paciencia en esta campaña, deberá hacerlo aún más por el tiempo que resta para acceder al poder.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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