Tocan
Todo movimiento social tiene una causa noble y múltiples cooptaciones insanas.
La hecha por Camacho sobre el movimiento 132 -abiertamente en contra de Peña Nieto e hipócritamente en favor del Peje- es ostensible, impúdica e insultante.
Huele a azufre. Huele a él.
Camacho jamás aprenderá que la política construye. Por eso siempre termina perdiendo. Para él la política es destructiva, ácida, enfermiza. Es odio, es rencor.
Nuevamente, como tantas otras veces en su haber, terminará a la vera de la historia rumiando su frustración.
Puede que el electorado no alcance a ver su mano meciendo la cuna de la sevicia, la división y el encono; pero sabe intuitivamente que la política y la democracia no pueden ser esencialmente corrosivas.
No se puede llamar al amor y sembrar odio, no se puede ser demócrata y desconocer el mandato de las urnas, no se puede ser apartidista y ser anti algún partido. El discurso de apartidismo antipriista de los Molinares y creeles hace mucho mostró su falsedad.
Ahora bien, al margen de sus múltiples cooptaciones, hay algo que reconforta y genera esperanza de estas expresiones juveniles: con y sin Camacho, y demás hienas de nuestra fauna pseudopolítica, los jóvenes tocan a nuestra puerta, hacen acto de presencia y reclaman lugar y participación.
No hay movimiento químicamente puro, pero todos llevan en su carga genética los anticuerpos que les permitan sobrevivir a agentes hostiles, externos y encamados.
Como sea, tocará a esta nueva generación resolver sus propias contradicciones y riesgos.
El mensaje es muy claro: Nuestro tiempo terminó. Tuvimos nuestra oportunidad y fracasamos en todos los frentes. El País que dejamos es un amasijo de fracasos, frustraciones y odios. Al final primaron los Camachos con sus rencores y falsedades; perdimos el tiempo en rencillas, nos comimos el bono de nuestros mayores y solo construimos desencuentros.
Hoy tocan a nuestra puerta. En la bola vienen las alimañas de siempre, pero también jóvenes que creen, exigen y merecen un México mejor. No está en nuestro arbitrio abrírsela o cerrársela, pero queda nuestro ejemplo para acreditar que los antis son tiempos perdidos en caminos sin destino.
El tiempo ya es de los jóvenes.
¡Enhorabuena!
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