POLÍTICA

El pasado es

El pasado es

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El PRI no puede hacer tabla rasa de su pasado sin dejar de ser. Lo que sí debe es hacerse cargo, con nombre y apellido, de sus errores, vicios y abusos. La solución no es romper con el pasado, sino enfrentarlo y resolverlo

Cargarle a Peña Nieto todos los errores del PRI, los institucionales y los personales, de todos y cada uno de sus agremiados, desde su fundación a la fecha, es un despropósito. Igual sería pretender adjudicarle todos sus logros.

Pero mayor despropósito es romper con el pasado, como pretendió hacerlo el viernes pasado en un acto de miedo escénico y peor asesoramiento político.

No se puede romper con el pasado. Somos nuestro pasado; el pasado se expresa en nosotros; es en nosotros.

Para Antonio Caso el pasado es una verdad metafísica. Simplemente es. Nos guste o no. No es como un abrigo que se pueda arrojar por la ventana de un tren o dejar olvidado en algún perchero. El pasado corre por nuestras venas. Diría Madariaga: "guerra en la sangre". El pasado subyace y moldea nuestra cosmovisión, y rige nuestra voluntad y acción, las más de las veces inconscientemente.

No es algo a lo que se pueda renunciar por conveniencia de marketing político.

El mayor error del PRI, y ahora de Peña Nieto, es no hacerse cargo del pasado. La asignatura pendiente del PRI es enfrentar su pasado: reconocer aciertos y luces; condenar fracasos, vicios y tinieblas; expiar culpas.

Muchos en el PRI apuestan a la desmemoria. Otros son simplemente cínicos, cuando no delincuentes. Esos son los verdaderos enemigos de Peña, no los que recordamos, reconocemos errores y reclamamos una purga, de tiempo ha necesaria.

En el "Padre Nuestro" se implora perdonar nuestros pecados, no olvidarlos. México no quiere olvidar el pasado priista. No puede hacerlo. Debe aprender a vivir con él.

Por igual, el PRI no puede hacer tabla rasa de su pasado sin dejar de ser. Lo que sí debe es hacerse cargo, con nombre y apellido, de sus errores, vicios y abusos. La solución no es romper con el pasado, sino enfrentarlo y resolverlo. Además, no todo su pasado es negativo, no puede tirarse de cabeza por el caño junto con el agua sucia.

¿Más, de qué sirve romper con el pasado si parte de lo peor de él se lleva a cuestas, aunque escondido, en las listas de representación proporcional?

Hay muchos haberes en el pasado y presente del PRI que me avergüenzan, pero la solución no es volverles la espalda, sino corregirlos.

Peña, además, comete un error imperdonable, al menos para los priistas y para cualquier candidato bien asesorado: asume como suyo el discurso de la oposición. Para comprometerse, "de frente y para siempre", dice, "con la democracia, la libertad y la transparencia" hay que "romper con el pasado". Como si nadie en el PRI antes que él se hubiese comprometido con la democracia, la libertad y la transparencia. ¡Vive Dios!

Se vale que yo desconozca el pasado del Señor Peña, quizás por ello no logro ubicarlo en ninguno de los esfuerzos democratizadores del México moderno. Lo que es imperdonable es que él desconozca el pasado del partido que lo abandera e insulte a los priistas que hicieron lo mejor del México y del PRI de los que él es ahora beneficiario.

Señor Peña Nieto, aunque Usted no lo crea, hay democracia, transparencia y libertad en el PRI mucho antes que Usted tuviera uso de razón. No tiene ningún derecho a negar el haber de quienes lo precedieron.

Si hay, como los hay, actos vergonzosos y punibles en el pasado del colectivo que lo acoge, señálelo y púrguelo, no lo niegue. Si hay, como los hay, actos de profundo patriotismo, brillantez política, compromiso social y nacionalista, cultura, visión de futuro, fervor y ejercicio democrático, rendición de cuentas y dignidad, reconózcalo y asúmalo. Enfrente a sus detractores, no se esconda en la negación de lo único que lo acredita como candidato viable a gobernar este país, que no es otra cosa que la experiencia política a la que Usted hoy desconoce.

Para Zea somos responsables también ante el pasado. Usted es deudo de ese pasado y está obligado a defender sus aciertos y virtudes. Romper con ellos es una irresponsabilidad histórica y política.

Si le avergüenza su pasado priista no renuncie a él, renuncie al PRI y combátalo desde otra trinchera. Pero no se puede ir en la montura y tirar coses contra ella.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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