POLÍTICA

Una precoz añoranza

Una precoz añoranza

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Calderón no puede inventarse informes que la ley no mandata

Calderón reclama su derecho a mostrar logros y avances antes de la veda a la propaganda gubernamental que dio inicio ¡gracias a Dios! con las campañas electorales.

De lo que no se hace cargo es que su gobierno es el que más ha gastado en propaganda pagada en la historia nacional y el que más ha ocupado tiempos de radio y televisión del Estado para promoverse; y que de enero a marzo realizó más de 60 giras al interior del País (con visita papal intercalada), en detrimento de la acción de gobierno y en apoyo soterrado, y a veces no tanto, a su partido y endeble candidata.

Tanto él como sus impresentables escuderos alegan que la veda a la publicidad gubernamental es absurda e inequitativa. "Si en las campañas nos van a atacar, sostienen, debiéramos tener derecho a defendernos". Eso lo hubieran hecho valer a sus bancadas cuando aprobaron dicha legislación. Y antes de ello, lo hubieran sostenido cuando desde la oposición demandaban que los presidentes se guardaran bajo siete llaves en campañas, si no que renunciaran por cumplir las funciones que la ley les impone. Y más reciente, cuando Fox forzó dicha prohibición al trabajar de Chachalaca en el 2006.

Y es que es la ley -que tanto les estorba- la clave del asunto: resulta que a diferencia de los particulares, que pueden hacer lo que la Constitución y las leyes no les prohíben, los hombres encargados de la función pública únicamente pueden hacer, en el ejercicio de ella, lo que la Constitución y las leyes expresamente les permitan u obliguen.

En otras palabras, yo puedo festejarme cuantas veces me venga en gana, pero Calderón, en el ejercicio del poder Ejecutivo Federal, no puede inventarse informes alegando que lo van a sacar del cuadrante durante varios meses.

Hay quien sostiene que Calderón está acreditado a despedirse de la publicidad oficial como bien le venga en gana, y otros que informar es su obligación; yerran en su apreciación.

Calderón no puede inventarse informes que la ley no mandata.

Menos cuando, más que informar, persigue únicamente su promoción personalizada. Su participación en un programa de televisión la misma noche de su informe no deja duda de ese cometido.

Tampoco puede alegarnos cuando constituyen propaganda electoral embozada.

Nada en la Constitución y en las leyes autoriza a Calderón a parar parcialmente la administración pública federal en día laborable para que su burocracia le sirva de coreografía a su propaganda y ego.

Tampoco existe obligación alguna a informar a diez mil burócratas sobre el estado que guarda la administración pública federal. ¿Por qué a ellos, a quién representan, quién los eligió, con qué fundamento se les informa, por qué en ese día, cuál fue la finalidad, cuál el logro?

Logro para México, no para Calderón.

¿Qué autoriza a Calderón a forzar a los medios a una cadena nacional?

¿Qué costo tuvo el informe sacado de su caprichosa y electorera manga?

Calderón está obligado a rendir informe al H. Congreso de la Unión. Lo hace por escrito y sin comparecer. En contrapartida, se organiza una especie de informe a la sociedad civil -como si ésta no estuviera representada en y por el Congreso- donde, frente a un auditorio controlado y en cadena nacional, nos receta lo que para él es un informe a la Nación.

A lo que le obliga la Constitución es a lo primero, a lo segundo no, como tampoco lo faculta; pero de allí a que, alegando la obligación de guardar silencio durante las campañas políticas, reclame ahora el derecho de inventarse los informes que le vengan en gana, a gastar en ellos lo que le plazca y utilizar a la burocracia federal como acarreada de mitin placero, me parece totalmente fuera de lugar.

No hay un personaje en México con mayor exposición mediática que Calderón, no existe publicidad en México que supere la del gobierno federal (ahora "gobierno del Presidente", como si en vez de elegirlo, le hubiésemos escriturado el gobierno). Ningún Presidente, en pleno proceso electoral había tenido una actividad tan febril y parcial, ni el número de giras que él ha cubierto tan solo en este año. Más que gobernar se ha dedicado a promoverse. Nada justifica el informe que se inventó, salvo una precoz añoranza de pérdida de poder.

PD.- Al menos tuvo el prurito de no llevar la Banda Presidencial.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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