POLÍTICA

Tonto útil

Tonto útil

Foto Copyright: lfmopinion.com

La primera gran derrota de Peña Nieto es haber entregado su confianza a Emilio Gamboa y aceptar jugar de su tonto útil

Mi nombre es Luis Farías Mackey y soy un tonto útil. Todos los días tengo que luchar por no caer de nuevo en ese papel. A la fecha llevo 2013 días limpio. No es fácil: son muchas las tentaciones, demasiados los condicionamientos, arraigada la sociopatía.

Lo mío es una enfermedad, una pandemia mexicana.

Por décadas aporté mi esfuerzo sincero y sin cortapisas a favor de un México democrático y justo. Creí ciegamente en lo que hacía y en lo que buscaba. Hoy sé que mi hacer solo sirvió para que unos cuantos vivales hayan hecho, y hagan, escarnio y befa de México y los mexicanos.

Los partidos, todos, se sustentan sobre la expoliación de tontos útiles.

La enfermedad, obvio, se extiende al sector público. A él ingresé joven, esperanzado e iluso. La entrega no conoció horas ni días; el sacrificio incluyó salud, familia y peculio. A mi vera vi gente enriquecerse sin pudor ni medida; observé enfermos de poder, megalómanos y sociópatas variopintos. Tal fue su impacto, que mi tesis profesional versó sobre la conducta del político mexicano. Creí entonces que el Estado de Derecho, el deber ser, nos salvaría de la locura. ¡Pobre iluso!

Creí en la democracia y entregué mi mejor esfuerzo por construirla. Lo hice en la academia, en los ámbitos partidistas y en los órganos de Estado. Mientras eso hacía, atrás de mí, en lo oscurito, personajes de todos los partidos tergiversaban y violentaban toda idea, todo esfuerzo, toda institución. Los saldos son de llanto, lo construido se pudrió.

Creí en el PRI y una y otra y otra vez le jugué de tonto útil. Hoy confirmo su muerte en vida.

Creí en la justicia. Un caso con 90 sentencias favorables, ninguna, ejecutoriada, mató en mí toda fe en la ley y los togados.

Creí en la verdad. Hoy sé que está aherrojada tras cámaras y micrófonos.

Hace tiempo perdí toda esperanza en la política. De ella no espero más que descalabros y amarguras.

No comparto, pues, el entusiasmo que embarga a varios en este 2012.

Algunos han creído en el nuevo rostro del PRI, las listas de candidatos de Representación Proporcional habrán de convencerlos de su error.

El hacedor de las listas pensó en todo (principalmente en él), menos en la gobernabilidad del País.

El descrédito de la mayoría de sus personajes es epónimo. Las listas serán la lápida que entierre, ahora sí en definitiva, al Partido.

Pero si muchos de los nombres de las listas son infamantes, más lo es su hechura y hacedor. La primera gran derrota de Peña Nieto es haber entregado su confianza a Emilio Gamboa y aceptar jugar de su tonto útil.

Gamboa será Senador sin despeinarse, como lo fue con Labastida; pero con esas listas nadie puede asegurar que Peña Nieto -como sucedió con Labastida- gane las elecciones.

El nuevo triunfo de Gamboa, como todos los suyos, es pírrico y personalísimo. Gamboa nunca ha construido nada en política. Podrá detentar poder, pero es un poder impotente y entrópico. Tarde se dará cuenta Peña Nieto de ello.

Con honrosas y pocas excepciones, los personajes de las listas del PRI son un insulto a México. Nadie en su sano juicio puede pensar en ganar con semejante acompañamiento. Son un suicidio político. Son la tumba de Peña Nieto.

El PRI ha hecho tontos útiles a todos sus hijos, pero también lo ha sido. Hoy que algunos de los personajes del Pemexgate ocupan importantes lugares en las listas, bien harían en aclarar quién se llevó el dinero, ya que ni uno solo de esos pesos entró al PRI. Dice la leyenda que las maletas de dinero se repartieron en unas cuantas cajuelas. El PRI pagó caro hacerle de tonto útil de unos cuantos vivales. ¿Quién le asegura que los mismos personajes no le repitan la dosis?

Lo peor de todo es que los tontos útiles somos mayoría y queremos el bien de México. ¿Hasta cuándo le haremos al tonto útil?

#LFMOpinión
#Política
#TontoÚtil


Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: