POLÍTICA

Un Gran Presidente

Un Gran Presidente

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¡Qué toque la orquesta y corra la champaña!, hemos alcanzado otro éxito nacional, entre océanos de sangre, sequías, desempleo, nulo crecimiento económico e ignorancia institucionalizada, hemos logrado acortar la diferencia entre el primero y segundo lugar, así sea tan solo en apariencias

Era representante de su partido en el IFE y desde allí demandó la renuncia del titular del Ejecutivo Federal por haber pedido a los priistas no hacerse bolas.

Una cosa es ser demócrata en oposición y otra en la Presidencia, pero Felipe Calderón nunca lo ha sido. Es un fundamentalista rabioso. Para él no existe más mal que el PRI. No importa el contenido de las acciones que se enderecen en su contra, solo cuenta el propósito casi religioso de exterminarlo. De haber vivido en el medievo hubiese encabezado la Inquisición y gozado hasta el éxtasis las torturas públicas y las piras multitudinarias.

Desquiciar el proceso electoral en favor de su candidata y partido es para Calderón un imperativo moral; si se lleva a la Presidencia entre las patas y las elecciones de por medio poco le importa. Es más, tengo la impresión que esto es lo único que realmente disfruta: gobernar le agobia, no así la camorra electoral. Él es feliz de porro panista, no de estadista.

En su axiología es posible ser demócrata y violentar la democracia, si dicha violación es contra el PRI.

Y todo aquello y aquellos que no comulguen con su rueda de molino, son también enemigos. Dentro del PAN quedan huellas -propias de un huracán- de las furias calderonistas, cada vez más intemperantes y asiduas.

Triste sino el de nuestra democracia, cuando los sacerdotes del pueblo para el pueblo y por el pueblo en lo único que jamás piensan es en el pueblo.

Se estrenaba la reforma del 2007 y en las playas bañadas por el Pacífico en Acapulco todos los partidos hacían de las suyas, demostrando su conocimiento de los puntos débiles de la ley. Para su tranquilidad habían llevado a la Constitución la prohibición de la causal abstracta cuidando no tocar en la ley, ni con el pétalo de una rosa, el capítulo de nulidades en casilla, de suyo rebasado desde su creación en 1991.

La resolución del Tribunal dio cuenta de los escándalos, abusos y desfachatez de los partidos. Ominoso aviso de lo que hoy estamos viviendo. No habrá causal abstracta, díjoles entonces y fuerte a los partidos, pero queda el recurso de declarar la no validez de la elección. Nadie le escuchó.

Para qué, si la temporada de cinismo electoral había sido declarada abierta: están prohibidas las precampañas años antes de las elecciones, pero no las fundaciones que con cualquier excusa sirven para posicionar en el imaginario colectivo a los suspirantes, o la orquestación -desde una Secretaría de Estado y con similar propósito- de una campaña para tirar al presidente de un partido; las precampañas reglamentarias debieran ser solo si existen contendientes hacia el interior de los partidos, pero para qué correr riesgos, hagámoslas con candidatos únicos y si alguien nos reclama decimos que son actos cerrados, aunque multitudinarios, de militantes, y si no, mandamos cartitas al Tribunal preguntando qué si y qué no hacer, en el ínterin se acaban las precampañas y ya la hicimos.

Para intranquilidad ciudadana la veda electoral dispara la publicidad del Presidente (más cara y omnipresente que la de los propios partidos) y su irresponsabilidad irrefrenable.

Queda prohibida la compra de tiempo en radio y televisión, pero siempre habrá forma de pagar exposición mediática de algún candidato desesperado, que no solo de spots vive la democracia y hasta la compra de verdura es hoy motivo de propaganda electoral embozada.

Para paliar la furia presidencial se sancionan unos calzoncillos, pero que nadie ose tocar la compra y coacción del voto que es el pan nuestro de todos los días, de todos los partidos y todos gobiernos en todo el país.

Que nadie pretenda plantear de cara a la Nación los grandes retos de México, que el pueblo, además de obedecer y callar, debe poner solo atención en los escándalos mediáticos y en las jugadas offside del Presidente.

Nada más apropiado para una reunión con la crema y nata de Banamex que haber tratado los grandes temas nacionales, habida cuenta que el barco México hace más agua que el Costa Concordia, pero su capitán antes que evitar el hundimiento, prefiere distraer al pasaje con fuegos de artificio, encuestas amañadas y rijosidades impotentes. ¡Qué toque la orquesta y corra la champaña!, hemos alcanzado otro éxito nacional, entre océanos de sangre, sequías, desempleo, nulo crecimiento económico e ignorancia institucionalizada, hemos logrado acortar la diferencia entre el primero y segundo lugar, así sea tan solo en apariencias. Qué más puede pedírsele a un gran Presidente.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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