Ruindad electoral
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El asesinato del Edil de La Piedad en Michoacán, como todo homicidio, es lo suficientemente ominoso como para que sus propios correligionarios mancillen el sangriento acto reduciéndolo a ruindad electoral.
Madero demanda no sacar raja política del mismo, sin hacerse cargo de que los únicos que han usufructuado la muerte del Alcalde han sido, entre otros, un dirigente y una candidata de su partido: el impresentable Molinar y la señora Cocoa. Del espectro Cordero no vale la pena ni ocuparse.
La Señora Cocoa, en un lapsus mentus, ¡hasta las gracias dio a los muertos en su cierre de campaña!
Éste no es el primer Alcalde asesinado con exceso de violencia en los últimos cinco años. Claro, la eventualidad de haber muerto en medio de una campaña electoral hace propicia la ocasión para cargar a su deceso la mezquindad y la estupidez de los estrategas de la calumnia.
A la semana pasada, 51 candidatos a cargos de elección popular en Michoacán habían renunciado a sus candidaturas. Más los que se acumulen antes de la elección.
Lo fácil es echar culpas con miras a capitalizar electoralmente la muerte y las renuncias; enardecer los ánimos panistas, tan inclinados a la victimización beatificante, y sumar votos a su favor.
Pero el asunto es de tal gravedad que demanda salvarlo de la bellaquería electorera.
En Michoacán dio inicio la guerra contra el narcotráfico. Hoy guerra total, en todo el país, contra el crimen organizado, ahora diversificado en un sin fin de delitos adicionales y pulverizado en hidra de mil y un cabezas.
A cinco años de interminables y sangrientas acciones Michoacán es más inseguro que nunca en la historia universal. México todo es víctima de una inseguridad absoluta. Cincuenta mil muertos, entre ellos el Alcalde de La Piedad, lo acreditan. Eso es lo que los panistas debieran ver, no sus ridículos dividendos electorales.
Preocupa, que en lugar de atender esta verdad apabullante y replantear, en su caso, la estrategia, el gobierno y su partido hayan decidido culpar de la violencia y del crimen en México a gobernadores, presidentes municipales y policías que no sean de su partido.
La violencia en México no va a desaparecer porque se estigmaticen a figuras políticas adversas. Tampoco con imputación de culpas por cálculo político.
México se nos está desangrando entre las manos. Hoy se llora a un Presidente Municipal de signo panista, pero los muertos, todos mexicanos, son de todos los partidos y de los de sin partido.
Nadie gana con estas muertes, por más que algunos así lo crean.
Son muertes inútiles, lo cual las hace más absurdas e inhumanas.
Cuántas más habrá de aportar la patria para que recapacitemos que México muere poco a poco en cada uno de sus hijos a los que no fuimos capaces de garantizar seguridad en tanto sociedad organizada en Estado.
Molinar, la señora Cocoa y el PAN podrán levantarse con la victoria en Michoacán. Nada, sin embargo, cambiará con su llegada, salvo para peor.
Y si les funciona su estrategia de culpar de su fracaso a todos los demás, puede que ganen la Presidencia en el 2012. Lo que nadie puede asegurar es que quede algo de México para gobernar.
Lo que pasa en Michoacán no es la muerte de un Alcalde panista, es la muerte del Estado Mexicano.
Basta de jugar a la política pequeña y mezquina.
México nos va de por medio.
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