POLÍTICA

Los desobedientes

Los desobedientes

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La Cocoa puede terminar siendo para Felipe Calderón una sopa de su propio chocolate

El derecho a participar en política es garantía constitucional de todo ciudadano mexicano. Las únicas cortapisas a ese derecho las impone la propia ley y entre ellas no está ser hermana del Presidente.

Pero el hecho que la psicóloga y terapeuta familiar, Luisa María Calderón Hinojosa, no tenga impedimento legal alguno para contender por la gobernatura de su natal Michoacán, no quiere decir que hacerlo sea políticamente correcto y conveniente. Como tampoco lo fue el activismo partidista que desplegó para alcanzar la deseada candidatura, maculado por presencias y apoyos federales que lastimaron innecesaria y torpemente la relación con el gobierno estatal y sembraron su ascenso de cuestionamientos hacia su persona y la de su hermano, el Presidente de la República, quien no puede alegar desconocimiento del febril dinamismo, desplantes y excesos de su familiar, cuando en ellos están involucrados secretarios de gabinete, delegados federales y un nutrido cuerpo de seguridad -se cuentan más de cien elementos- con personal del Estado Mayor Presidencial y de la Policía Federal.

Considero un error estratégico la candidatura de la llamada "Cocoa", por más méritos y derechos que tenga para contender.

Si gana, cosa que dudo, será señalada como imposición de su hermano y acusada de llegar con los apoyos de las dependencias federales, cosa de la que no dudo un ápice. Será la hermana incómoda, el orgullo del nepotismo calderonista y la muestra más puntual de que el compromiso democrático del PAN no pasa del discurso y la pose.

Si pierde, como todo apunta a suceder, no será ella quien pierda, sino el Presidente de la República, quien carga en su haber un rosario de derrotas y descalabros. Perder en su Estado, con su hermana y partido aliado no podrá ser más inoportuno, ya que estará operando su sucesión, primero hacía dentro de su partido, y luego ante la ciudadanía mexicana.

Es un error porque la dinámica y clima de la campaña habrán de complicarse y enrarecerse por estar inserta en ella la figura presidencial y su (no) guerra contra el crimen organizado, iniciada precisamente en Michoacán sin resultados tangibles a la fecha en esa desangrada entidad.

Lo que el PAN y el PRD trataron de hacer en el Estado de México, que la campaña de Eruviel fuera un juicio al desempeño de Peña Nieto, puede lograrlo ahora el primero de esos partidos en Michoacán, y que no sea la persona de la Cocoa, ni sus propuestas lo que se discuta, sino el ocaso sangriento, sin resultados y sin perspectivas del gobierno calderonista.

De entrada los panistas dirán que ellos no son como el PRI, que su nepotismo es honesto, de manos limpias y por el bien común; pero nepotismo es nepotismo, píntelo del color que se pinte.

Pero la propia Cocoa sembró la piedra en la que habrá de tropezarse una y otra vez, como lo ha hecho desde que regresó de su breve autoexilio en España. En el 2006 los familiares de Calderón prometieron no pedir favores al gobierno de su pariente y Cocoa anunció que radicaría en España. Dijo entonces (Reforma 23 ix 06) que Felipe y ella habían decidido, desde el 2003, que si él llegaba a la Presidencia ella quedaría fuera: "Hemos hecho un acuerdo, por lo menos Felipe y yo, y estaré fuera de la vida pública mientras él es Presidente de la República (…) Espero que lo que hemos aprendido en casa –respetar, ser honestos, no abusar y buscar la justicia- no lo cambiemos en esta parte de nuestra vida".

Pero la memoria es corta y la ambición corroe hasta lo aprendido en casa. Cocoa no se quedó fuera y sí cambió en esta parte empoderada de la vida de su hermano: ha abusado de su relación familiar, se enquistó en figura caciquil michoacana con todo el apoyo de la federación atropellando cualquier relación políticamente civilizada, y el michoacanazo, que apunta a su autoría, no habla para nada de honestidad y menos de búsqueda de justicia aunque sí de poder.

Al hijo desobediente le salieron al paso precandidatos desobedientes, Partido desobediente, hermana desobediente y hasta expresidente desobediente. Sabe Dios si mande en su propia casa.

La Cocoa puede terminar siendo para Felipe Calderón una sopa de su propio chocolate.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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