POLÍTICA

Miramón redivivo

Miramón redivivo

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Desesperado por su cadena de fracasos (y muertos), Calderón pudo haber ido a solicitar el apoyo intelectual y económico de la línea más dura del conservadurismo norteamericano para imponerle a México su candidato y preservar su proyecto entreguista y

¿En qué rubro de la política exterior mexicana se inscribe el discurso de Calderón en la Universidad de Stanford? ¿En qué tema de la azarosa relación binacional con los Estados Unidos de Norteamérica se inserta? ¿A qué interés nacional responde? ¿Qué beneficio representa para México y los mexicanos?

Calderón no fue en paseo privado, acudió como Jefe de Estado. Como tal, sus expresiones y actos deben responder única y exclusivamente al interés nacional, por sobre cualquier fobia que atormente sus insomnios.

Como Jefe de Estado representa y habla por todos los mexicanos. Si bien Calderón llegó al poder con un 35.89% de la votación –seguido del PRD y aliados con sólo 0.08 puntos de diferencia-, y en una elección harto cuestionada, es el Presidente de todos los mexicanos, no sólo de la exigua mayoría que votó por él. Habla por todos y responde al interés general de la Nación, no de su grupo.

Como Presidente está sujeto a taxativas de ley, entre ellas, la de no inmiscuirse en asuntos electorales. Como ya el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se lo recordó en sentencia relativa a las elecciones 2010, por violaciones a la Constitución que pueden llevarlo a juicio al cesar su encargo (Proceso 1803).

Como Presidente en un sistema democrático, no puede denostar a un partido legalmente constituido.

Los viajes al extranjero de un Presidente no pueden obedecer a su agenda partidista ni a sus fobias dogmáticas; ni su cargo ni el presupuesto para ejercerlo tienen ese destino.

Sin embargo, no fue un lapsus brutus; acudió a dicho centro universitario con esa consigna y tras un propósito que debe develar y explicar a los mexicanos.

Existen en la agenda binacional y en la política exterior mexicana asuntos de mayor envergadura y urgencia que fueron hechos a un lado por el Presidente de la República para priorizar su obsesión electorera. ¿Por qué? ¿Qué fue a buscar Calderón a Stanford?

El análisis caricaturesco y panfletario asumido por el Presidente, además de sesgado y miope, es producto del tanque de pensamiento de dicho centro conservador. Recetarles en su casa la versión que ellos mismos han diseñado de nuestra historia como arma política de la derecha provinciana, es un ejercicio de abyección insulso e imperdonable en un Presidente de la República.

Calderón llevó a terrenos ajenos y contrarios al interés nacional, asuntos de la incumbencia exclusiva de los mexicanos.

Por supuesto buscaba el rebote mediático en México y saciaba sus ansias de porro partidista. Pero hay algo más en su cálculo: desesperado por su cadena de fracasos (y muertos), Calderón pudo haber ido a solicitar el apoyo intelectual y económico de la línea más dura del conservadurismo norteamericano para imponerle a México su candidato y preservar su proyecto entreguista y desnacionalizado.

Fiel a sus influencias históricas, cual Miramón redivivo, Calderón pudo ir a buscar la injerencia extranjera en asuntos nacionales, el apoyo externo al desastre y extravíos de la reacción en México.

No es un problema de un discurso políticamente incorrecto, tampoco es un ataque a su odiado PRI; es un asunto de soberanía nacional puesta en riesgo por el propio titular del Poder Ejecutivo Federal.

Extraña y desespera la miopía de políticos y analistas que se pierden en las ramas. Ir a decir en el extranjero, en el centro de la inteligencia conservadora norteamericana, que su proyecto e inserción en México corre peligro, no ofende al PRI, ofende, traiciona y pone en riesgo a todos los mexicanos.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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