AYUDA HUMANITARIA II
En los textos sobre Cambio Climático abordamos los riesgos que la humanidad enfrentará derivado de los efectos o daños causados en la naturaleza y entre los que se encuentran las epidemias, hambrunas, pobreza extrema, migraciones masivas, carencias económicas, conflictos sociales, guerras y más.
Pues bien, en ello será en donde se plasme la ayuda humanitaria. Que en la medida en que guardemos algo de esencia humana no desaparecerá, sino hasta que los individuos vean amenazada su integridad y se enfrenten con la disyuntiva de preservar vida y compostura propias, o la de los demás.
Los verdaderos héroes no son esos que quitan la vida, sino los que la devuelven.
Hoy más que nunca debiésemos recordar que la ayuda humanitaria es menester sea sistemática: que impulse la protección civil. La protección civil comienza por la planeación con suficiente antelación a la presencia de un fenómeno natural, por la organización de uno mismo y de lo que tenemos al alcance, y por su ejercicio con racionalidad y responsabilidad.
Sin duda que la ayuda humanitaria más efectiva es la relacionada con la prevención, con la cultura de la protección civil, con aquellas acciones que plantean poner a salvo a las personas, comenzando por uno mismo y los nuestros, y así con el prójimo. En cadena de reacción corresponde informarnos en tiempo y forma, responder a los avisos y alarmas, evacuar zonas de alto riesgo, abandonar puntos de riesgo para buen resguardo, y si es posible, apoyar en localidades afectadas cuando así sea requerido. En su caso desplegar todas aquellas medidas de seguridad de salvamento y recurrir a los refugios habilitados para el aseguramiento humano.
Es claro que la protección civil implica conocer primeros auxilios y mucho más.
En teoría la protección civil comienza antes que cualquier incidente, porque es preventiva, intenta anticiparse a los acontecimientos de fuerza mayor incluso ante la impotencia humana frente a las manifestaciones de la naturaleza; en ese proceso de planeación de acciones implica coordinar actividades, personas, instancias y recursos, normalmente bajo un contexto legal que es tutelado por el gobierno municipal, estatal y/o federal. Incluso en la esfera internacional.
Ante la sofisticación y especialización actuales, se han generado mapas de zonas y regiones con mayor o menor probabilidad de afectación, y por ende, de poblaciones vulnerables. Y es así que, independientemente del tipo de fenómeno natural – trátese de inundación, tormenta o tromba, ciclón o huracán, tsunami, avalancha o alud, sismo u otro – el común denominador es que el ser humano, su familia y las comunidades, deben estar preparadas para evacuar los sitios de riesgo.
Hoy existen ejercicios y actividades previas para entrenar a las personas en la materia. Por fortuna entre la niñez ha permeado la cultura de la protección civil. Y es así que para dar orden al trabajo y programa a la materia, es conveniente elaborar un plan de emergencia personal y familiar alineado con lo propio que de la comunidad y municipalidad. Para poner la vida a salvo y ejercer ayuda humanitaria hacia los demás. Es decir, practicar la Sustentabilidad Individual. No más.
"Nos ganamos la vida con lo que recibimos, pero hacemos la vida con lo que damos."
- John Maxwell –
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