POLÍTICA

Tirar combustible o suicidio

Tirar combustible o suicidio

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Dos pueden ser los errores estratégicos, entre los muchos que ha cometido, El Peje.

El primero fue comprarle al PAN y jugar la estrategia de una elección entre dos contendientes. No hubo fraude a la antigüita, bien lo sabe el PRD ya que en sus bastiones hizo lo mismo que el PAN, lo que hubo fue una elección sucia, lodera, bajuna y enfermiza operada desde el gobierno federal.

La Maestra, Montiel, Puebla, Oaxaca, Jalisco, Pasta de Conchos y Sindicato Minero fueron estrategias para desbarrancar al PRI con miras a, una vez muerto éste, centrar la campaña del miedo contra AMLO.

Como El Mesías se sentía (y siente) ganador compró la estrategia y se sumó alegre y torpemente a la masacre del PRI. Reconozco, antes que lo mencionen, que el otrora invencible ayudó, y con mucho, a su debacle, lo cual no es óbice para desconocer la mano que meció la cuna de su expoliación.

Bien, El Peje compró la estrategia pensando que sus redes ciudadanas captarían los despojos del PRI. Y sin duda bastante carroña recogió. Pronto lo abandonarán, que la lealtad política es una piruja chancrosa de banqueta.

El voto del PRI se dividió, pero por igual, y los sufragios que fueron a dar al PAN, más los que La Maestra le metió –más menos 1.5 millones de voto diferenciado del PANAL entre las elecciones de diputados y Presidente- le dieron el triunfo a Felipe.

Si la contienda hubiese sido entre tres, primero, no se hubiese dañado de muerte al sistema de partidos y a la civilidad política en México, segundo, El Peje hubiese tenido un aliado para parar a Fox y la campaña del miedo y, finalmente, Felipe no hubiese ganado, aunque, remota pero, posiblemente tampoco El Peje.

En conclusión, el voto entre tres hubiese sido más competitivo para AMLO que entre dos, donde la campaña del miedo y sus propios errores y soberbias le hicieron tanto daño.

El segundo error estratégico de El Peje es el plantón de carpas en la columna vertebral de la Ciudad. Es un suicidio por donde se le quiera ver.

Sin embargo, decíamos al inicio que estos errores "pueden ser" los estratégicos, ya que cabría una improbable posibilidad.

Pudiera ser que El Peje haya decidido tirar combustible antes de su forzoso aterrizaje. Me explico: Él sabe que no puede llegar a fin de mes con la cauda y el enardecimiento que ha generado, simple y sencillamente porque sabe que en México no están dadas las condiciones para una revolución. Al menos no aún. Depende de que la derecha montaraz e ignorante sepa valorar la especificidad del reclamo social de esta elección, porque es la última llamada.

Pero hoy por hoy no están dadas esas condiciones. Sabedor de ello, El Peje no puede llegar a fin de mes con un movimiento pujante, aguerrido y voluminoso pero condenado a la nada. ¿Qué hacer? Desinflarlo durante un mes, tirar combustible, hacer que los aliados se retiren, que los compromisos se rompan, que las "lealtades" -léase prostitutas banqueteras- se bajen y que los seguidores se cansen.

De otra suerte no habría convocado un mes, sino días antes. Él es experto en plantones y marchas y sabe que minuto que pasa genera animadversión en propios y extraños, deserción en sus filas y marginalidad en su movimiento.

Pero hay un prietito en el arroz, ello hablaría de una sensatez y responsabilidad política que no ha mostrado jamás, así que lo más seguro es que estemos ante "el error" de su vida, la demencia declarada y el suicidio del PRD.

PS.- Lástima que las "banqueteras" no participen en él.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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