POLÍTICA

El día que perdió el Peje

El día que perdió el Peje

Foto Copyright: lfmopinion.com

Menester es anotar la fecha del pasado viernes 31 de marzo, toda vez que ese fue el día que El Peje perdió la Presidencia de la República.

De tiempo atrás, de hecho desde el ilegal desenlace del desafuero, el macuspano acusaba una caída constante e imparable. Pero es hasta el 31 de marzo que su declive se imputa mortal.

Me explico. El voto blando, aquel que no responde a una militancia definida, es un voto volátil y medroso que apuesta a no perder, por ende, se pliega en favor de la que considera no la mejor opción, sino la más probable. El Peje había logrado mantener exitosamente una imagen de invencible e inalcanzable. Ésa fue su principal fortaleza... hasta el viernes pasado.

Muchos de los indecisos y una gran mayoría de los epitelialmente informados, que son el grueso de los mexicanos, apreciaban a AMLO como seguro triunfador y acrítica o resignadamente se habían decidido por él.

En el terreno partidista, que hoy no es otro que el de las deslealtades, muchos especímenes saltaron desbocados a la tabla de salvación de las redes ciudadanas; neologismo que enmascara la inconsistencia política y la ausencia de compromiso y de vergüenza de los paradigmas Camacho, Durazo, Muñoz Ledo y Cía.

Sin embargo, las más recientes encuestas (GEA ISA y BGC BELTR ÁN Y ASOCIADOS) anuncian la caída del Peje por debajo de las preferencias de Felipe. No es el caso discutir si la tendencia del panista habrá de persistir, si a Madrazo finalmente las circunstancias y el vacío mediático le den un respiro o si AMLO pueda recuperarse. Lo importante es el mensaje inequívoco que se ha enviado al electorado: El Peje no es invencible.

Este mensaje cambia de fondo la percepción hasta ahora monolítica del electorado abriendo la posibilidad de redefiniciones de simpatías y miedos.

El 31 de marzo del 2006 es para el Peje más dañino y contundente que los videoescándalos y el desafuero, es su talón de Aquiles.

La prensa Pejista, but of course, ha empezado a descalificar las encuestas y a rasgarse las vestiduras por este nuevo "compló", ahora, de las casas demoscópicas. Chachalacas, deditos e innombrables habrán de llenar dichos espacios mediáticos, más poco podrán hacer para desvirtuar el rescate de la posibilidad del descarrilamiento del gallito.

Otro dato importante es la reacción personal del candidato, quien en automático enderezó sus baterías contra el IFE, las casas encuestadoras y el Presidente. El dato no es menor, ya que delata dos facetas del sujeto. Por un lado, su intolerancia a todo lo que no le es propicio, su propensión a presentarse como víctima y su necesidad casi existencial de vivir en pleito con alguien, y, por otro, la recuperación de su discurso y amenaza de no reconocer resultados que le sean adversos.

En política el azar suele jugar terribles quiebres y éste es uno de ellos. No pudo darse el anuncio en peores momentos para el abanderado perredista: las listas de candidatos no sólo ofenden a amarillos, sino al más elemental decoro. ¿Esos son, los Guadarramas y Durazos, el nuevo proyecto de Nación; los paladines de la democracia; la nueva izquierda; la honestidad valiente?

El campeón es invencible hasta que un golpe bien puesto demuestra que tiene mandíbula de cristal. El golpe ha sido colocado y la mandíbula, además de cristal, resultó chachalaca.

PS.- Y ahora que ya no tiene tanta delantera que cuidar, ¿debatirá El Peje?

#LFMOpinión
#Política
#AMLO


Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: