ASÍ NO

El verdadero error de López Gatell

El verdadero error de López Gatell

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Infectado e infeccioso.

El verdadero error de López Gatell, no es su razonamiento de "fuerza moral". Eso fue simple y holística abyección. Y la abyección es un acto voluntario y ostentoso de servilismo, no un error. Servilismo que, además, intentó razonar sin gran éxito.

Su verdadero error tiene dos partes, la primera cuando afirmó que "casi sería mejor que [AMLO] padeciera coronavirus, porque lo más probable es que él, en lo individual [...] se va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune", dando a entender que hasta es bueno y provechoso infectarse, porque "espontáneamente" uno se recupera y así obtiene inmunidad.

Espontáneo en el caso concreto es que se produce sin cultivo o sin cuidado humano, o bien, que se produce aparentemente sin causa. El mensaje, pues, es que una persona mayor, como lo es el Presidente, con antecedentes de salud, como es su caso, no corre mayor riesgo. Es más, "casi" lo "mejor" es que se infecte porque espontáneamente, sin ayuda humana, se va a recuperar.

Si lo anterior fuese cierto no estarían colapsados los sistemas de salud de Italia, España y Nueva York.

La lectura de que "casi sería lo mejor" no puede ser otra que "salgan a infectarse y, por esa vía, a inmunizarse".

Al diablo las medidas sanitarias. "Susanita Distancia" nació muerta, qué sana distancia ni qué ocho cuartos, a contagiarse que es "casi" lo mejor.

Casi significa: "poco menos de, aproximadamente, con corta diferencia, por poco". Ergo poco menos que mejor, aproximadamente mejor, con corta diferencia de lo mejor, por poco lo mejor es infectarse. ¡Hipócrates cuántas barbaridades se hacen en tu nombre!

No obstante lo anterior, el error más grave e imperdonable en su carácter de epidemiólogo es no ver la otra cara de la moneda. El infectado es, además, un foco de infección, con independencia a si se recupera espontáneamente o no, mientras tanto infecta.

Infectado e infeccioso, en el caso concreto, van de la mano.

Pongamos que tiene razón, que el Presidente se infecta, se recupera espontáneamente y queda inmune. Qué bueno. ¿Y las decenas de miles de mexicanos a quienes pudiera infectar en el ínterin y a quienes quizás la espontaneidad no les funcione y entonces no haya camas, ni respiradores ni médicos, ni enfermeras suficientes para atenderlos qué?

Si el epidemiólogo encargado de la crisis considera que "casi" lo mejor es que se infecte el Presidente, lo primero a lo que se hubiera (tiempo pasado y perdido) visto obligado era a señalar que, en tal caso, el Presidente tendría que ser confinado por un tiempo razonable para no infectar a otros.

Con el pequeño detalle, que uno puede estar contagiado sin saberlo y contagiar a innúmeras personas antes de que se le declare infectado. Luego entonces, lo mejor son las medidas precautorias y no suposiciones de "casi".

"Susana distancia" y la recuperación espontánea son planteamientos antitéticos.

Valdría la pena que López Gatell, como epidemiólogo, nos aclare cómo pueden convivir sin problemas en unos casos y en otros no.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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