LO DE HOY

El reino de la incertidumbre

El reino de la incertidumbre

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Caos por normalidad.

Todos los días amanecemos esperando que la normalidad se reestablezca en México, pero hoy normalidad es caos sistémico, generalizado, extremo y temerario. Hoy Ebrard da por muerta la Iniciativa Mérida '¿ok?', pregunta.


Nuestro problema es que las categorías que aplicamos para analizar nuestra realidad no se corresponden con las que hoy rigen en México desde el poder.

Clamamos por reglas, orden, Estado de Derecho, tribunales. Apelamos a las más conocidas tradiciones; porfiamos en una administración convencional y razonable, esperamos frutos de las relaciones sociales predominantes, de las rutinas, de lo perdurable, de lo estable.

Confiamos, aún, en la racionalidad y la ley.

Así ha funcionado el mundo desde siempre, nos decimos una y otra vez. Así funciona y tendrá que imponerse.

Y ¿si no?

Tenemos ya tres años desde junio del 18 golpeándonos contra la misma pared y no entendemos.

En ninguna cabeza cabía cancelar un aeropuerto. Dentro del mismo equipo de transición voces múltiples lo alegaban calmando las aguas.

¡Se canceló!

¿Por qué ahora, a tres años del camino tendría que ser diferente?

Peor aún, las crisis que se nos han venido encima en tropel, no tendrían porqué modificar el rumbo, si, antes bien, le vinieron como anillo al dedo a la hecatombe llamada Transformación.

Nuestros criterios para procesar la realidad responden a conceptos de normalidad y racionalidad. Pero nada tienen que ver con los que se utilizan desde el poder para imponer eso que llaman Transformación. Para Palacio solo debe prevalecer lo disrruptivo, lo antisistémico, lo extremo. Mientras más exacerbadas estén las contradicciones, mientras más caótico sea el panorama, mientras más desesperada la cotidianidad, mejor. La normalidad es el mayor enemigo que puede enfrentar el lopezobradorismo. Más grave que todos sus retos juntos.

Por eso, ¿administración pública? ¿Qué es eso? Un estorbo en el desiderátum histórico en juego. Cualquier gestión ordenada es enemiga de la causa, todo cometido cotidiano, como brindar medicamentos, garantizar empleos, promover inversión, educar, garantizar seguridad, bienes y vidas, son obstáculos de los adversarios para retrasar la marcha ascendente del cambio verdadero. ¿Deberes para con otros, finanzas, codependencias, burocracias, resultados? ¡Paparruchas!

¿Atribuciones legales, competencias, división del trabajo, especialidad de materias? Nada, ¡excusas para hacerse tontos! Solo hay una directriz y un poder. Irrebatibles.

Como solo hay una verdad, que es la mentira de las mentiras.

Y todo se resume en inestabilidad. Quien controla la inestabilidad controla el caos. Quien controla el caos impone el juego, desquicia la normalidad, impide lo perdurable.

El reino de la incertidumbre se llama el juego.

De allí la necesidad incremental y temeraria de desquiciar la normalidad de la nación como principal tarea diaria, no como gobierno que busca gobernar, sino como sistema de control político que se impone desgobernando.

¿Y por qué no pudiera ser así?

¿Por qué no pensar que se hace todo para convertir a México en un campo santo donde compitan en muerte inseguridad y salud, en terminar de desquiciar los sistemas de salud públicos y privados, en expulsar la inversión privada nacional y extranjera, en romper el T-MEC, en acabar con cualquier vestigio de energía de privados en México, en trastocar todo orden y normalidad económica y en aislarnos, finalmente, del mundo entero? ¿Para qué elecciones, tribunales y medios? Si con la mañanera basta y sobra.

Al fin, están armando una Guardia Nacional que contenga las revueltas sociales y los flujos migratorios.

¿Por qué no? Cuba ha sobrevivido así 62 años y en Venezuela el Chavismo sobrevive desde 1999. Sus pueblos sufren, pero sus regímenes y férreo control político del poder gozan de cabal salud.

Yo creo que López no nos engaña, ni que vaya a cambiar su ruta de navegación. Lo que pasa es que nosotros insistimos en leer una carta de mar antigua y, ésa, ya no existe más.

López Obrador, además, se solaza ante nuestro engaño e impotencia con sevicia sin par.

La pregunta es si México se hundirá en la peor de las noches de mano de la locura como desiderátum, o recuperará el alma y la razón.

No lo sé, desgraciadamente la razón es de lo que más se echa de menos en estos días.

PS. Y hablando de incertidumbre, Ebrard inopinadamente da por muerta la “Iniciativa Mérida: No funciona ¿ok?” Y a darle al caos que de eso se trata la 4T.


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Redacción LFM Opinión

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