Mutti Merkel
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Le voy a contar una historia, que puede hacerlo sonreír esperanzado o llorar de pura envidia. Trata de alguien que aún vive y trabaja de tiempo completo en algo tan desprestigiado como la política. En su vida privada, es una señora muy normalita con un marido –va por la segunda vuelta- que parece más bien aburrido. No tiene hijos. Creo que ni perro.
Angela Merkel (67 años), vivió 35 años en la socialista RDA, divorciada y mujer. De profesión, física cuántica. Se inició en la política hasta los 35 años, una edad digamos "madurita" para emerger en este mundo tan competitivo de la política alemana, que además estaba dominado sólo por hombres.
Su imagen era lo menos sexi del mundo; no diría que es fea, pero de plano no es guapa, gordita sin formas, le cortaban el pelo por un euro -o menos-, es evidente que la moda no era lo suyo. Pero lo importante es que eso es exactamente lo que quería, que ningún atributo personal sobresaliera de sus capacidades políticas. Creo que se le fue la mano un poquito.
Hace del pragmatismo una virtud y no un simple oportunismo. Cuando le preguntaban ¿como había sobrevivido a su vida en el socialismo alemán?, su respuesta la retrata perfectamente: "simplemente me adapté".
Con este currículum, poco atractivo, a base de esfuerzo y constancia, es elegida como Canciller de Alemania en 2005, y lo fue durante cuatro legislaturas consecutivas. Hasta el domingo pasado.
Es la primera mujer que gobernó Alemania, pero desde su primera campaña, les pide a las mujeres que no voten por ella por el hecho de ser mujer, sino por sus cualidades. Feminismo en toda su esencia.
Nadie la echó del poder. Si hubiera querido habría ganado sin duda un 5º mandato, pero su amor por Alemania supera con mucho su ambición.
Determinada, no terca. Flexible, no débil. Negociadora firme, no obsesiva.
Entiende y adopta las cualidades que han hecho de Alemania lo que es hoy: disciplina, contención, austeridad, determinación y sobriedad.
Estos factores le permitieron ejercer cuatro legislaturas de crisis sucesivas sin perder nunca su sello: ser un símbolo de confianza, pasa de tener un apodo "Mutti" -mami- a significar seguridad y protección.
Milita casi toda su carrera política en el partido centro derechista CDU -Unión Demócrata Cristiana- pero eso no le impide negociar con sus adversarios políticos y formar coaliciones de gobierno, que le permitieron ampliar su base electoral. En sus mandatos se eliminó la energía nuclear y apostó las energías renovables (demanda de los Verdes Alemanes). Se aprueba el salario mínimo nacional (demanda de los socialdemócratas). Se legalizan los matrimonios homosexuales y los derechos de las minorías. Se termina el servicio militar obligatorio.
Como canciller alemana e indiscutible líder de la Unión Europea, le tocaron crisis de todo tipo y magnitud: un millón de migrantes que recibió en Alemania, la quiebra de Grecia, terrorismo islámico, crisis económica en Italia, Portugal y España, la insufrible relación con Trump, más todo lo que nos podamos imaginar -COVID incluido- siempre con una respuesta que la distinguió: "podemos hacerlo". Y cumplió.
Después de 16 años en el poder se retira de la política con un 70% de aprobación. Extraordinario.
¿No se le antoja alguien así para México?
¡Gracias Mutti Merkel!
Pancho Graue
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