LO DE HOY

Pato Laqueado

Pato Laqueado

Foto Copyright: lfmopinion.com

La corrupción ha sido agenda y discurso electoral, más nunca verdadera política pública en México. Lozoya ha terminado por ser una piedra en el zapato de la 4T y hoy en la ONU nuestra corrupción será bandera y discurso.

Entrelazando
Gerardo Conde
Colaborador invitado



El tema de la corrupción en México es un rubro añejo, simplemente ha expresado distintos matices y ha sido bandera de campaña electoral tanto del PRI, como del PAN y de MORENA.

Hace 36 años el candidato presidencial del PRI, Miguel de la Madrid, puso sobre la mesa electoral su tesis de “Renovación Moral” y, a su llegada al Gobierno, 1982, instituyó la Secretaría de la Contraloría de la Federación, en respuesta al manejo disipado de los recursos públicos en la administración de José López Portillo, teniéndose como ejemplo de esa política anticorrupción el desafuero como Diputado Federal del ingeniero Díaz Serrano y su detención.

Sin embargo, esta acción de prevención institucional, por cuidar el manejo de los fondos públicos, tuvo su carga política al considerarse la detención del ingeniero Díaz Serrano, en su momento Director de PEMEX, como un asunto de rencillas por cobrar, más que un asunto de corrupción.

Esa misma vara de anticorrupción, el presidente, Ernesto Zedillo la utilizó y aplicó a su antecesor, Carlos Salinas, al detener a Raúl Salinas, el hermano incómodo de su sexenio y le sirvió de oxigeno político para puntualizar a los priistas quién “manda” en el país. Pero, además, le sirvió a Zedillo para ofrecer un garbanzo de libra al gobierno de Clinton y, con ello, mandar el mensaje de que México retomaba la moralidad pública tan deteriorada durante el salinismo.

Con la llegada de Fox, en el 2000, su cruzada anticorrupción se quedó en bravatas y en buenas intenciones.

Su propio contralor lo sintetizaba con una frase: “no hemos capturado tiburones, a lo mucho, charales”, quedándose su bandera de combate a la corrupción en una promesa de campaña electoral, durante su período presidencial.

Para Andrés Manuel López Obrador el discurso de denuncia y de exhibir a los gobiernos corruptos del PRI y del PAN, fue una de sus banderas para enamorar al electorado. Finalmente tuvo éxito, su blasón de purificar la moralidad del Gobierno se expresó en las urnas en el 2018 al ganar la elección presidencial.

Logrado su objetivo, hizo una convocatoria pública para “sacudir” al Gobierno con la frase: “no somos iguales, somos diferentes”.

Bajo ese lema, sustenta la moralidad pública de su Gobierno y lo presume todos los días en sus mañaneras.

Pero, esta “honestidad valiente” ha tenido sus moretones con los señalamientos públicos de personajes claves de su gabinete por la falta de su honorabilidad. En el terreno de la Secretaría de la Función Pública, se ha hecho omisión a la normatividad de la materia al asignar de manera directa la obra pública, sin licitación. Y de utilizar los programas de bienestar social con un sello electoral para favorecer a su partido.

Ante tales denuncias, la respuesta del inquilino de Palacio Nacional se ha reducido a un lenguaje vacuo: “Yo tengo otros datos”, acompañado de un discurso maniqueo, para darle una salida a lo “evidente” y quedar como el defensor de la moral pública de su gobierno.

En ese marco de moralidad, el inquilino de Palacio Nacional festina la detención de Emilio Lozoya, director de PEMEX en el gobierno de Peña Nieto, y lo exhibe como trofeo de su política anticorrupción.

Sin embargo, las “benditas” redes sociales —que lo ayudaron a ganar los comicios presidenciales—hoy la condenan por —en su masificación¬— exhibir a su trofeo en plácemes sin ningún ápice de decoro y que lo obliga a declarar: “es inmoral, pero, es legal”.

Verbigracia, su fiscal estrella actúa en consecuencia, al detener a Emilio Lozoya el día de su comparecencia ante el Juzgado del Reclusorio Norte, para lavar la cara de su jefe.

Pero esta acción de la aplicación de la ley no es suficiente para efectos de la imagen del inquilino de Palacio Nacional, al no poder evitar que su lábaro de moralidad pública se cuestione.

Con esas credenciales, el inquilino de Palacio Nacional se presentará hoy ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para dar cuenta de su política anticorrupción por sanear las finanzas públicas del Gobierno, con un programa de austeridad republicana y con una cartilla de moralidad pública, como instrumentos para generar una “nueva” cultura de lo que significa la 4t por restaurar a la República en un país sin prian.

Los integrantes del Consejo tendrán la oportunidad de conocer y de escuchar al personaje que sostiene como valores:

No Mentir. No Robar y No Traicionar.

El mundo se explicará por sí mismo cómo una personalidad lánguida está gobernando un país con una visión “aspiracionista” de integrarse al ritmo de la modernidad en materia de cohabitar con órganos reguladores que garanticen la transparencia y la rendición de cuentas, como política de gobierno para combatir la corrupción pública, más allá de una estampa de moralidad.

Ya se verá.

Un pato laqueado. O un ganso a la leña.

conde_consultor@live.com.mx


#LFMOpinion
#LoDeHoy
#Corrupcion
#RenovacionMoral
#HonestidadValiente
#4T
#OtrosDatos
#AsignacionDirecta
#ConsejoDeSeguridad
#ONU

Redacción LFM Opinión

Redacción LFM Opinión

Sigueme en: