LO DE HOY

Azar y destino

Azar y destino

Foto Copyright: lfmopinion.com

En política el azar y el destino suelen jugar juntos y ahora se juntaron contra Santiago Nieto y su luna de miel.

En política los tiempos y las formas cuentan y mucho.

Los viejos solían decir que en política el azar y el destino juegan por igual a favor y en contra.

Hoy fue en contra de Santiago Nieto. Ayer a favor.

El peñismo se hundía en el escándalo de no procesar debidamente el caso de Odebrecht. El Fiscal Carnal, Raúl Cervantes, quien se quedó sin poltrona en el Senado, sin Fiscalía General y sin toga en el Corte, había renunciado a la Procuraduría General de la República, nos sin advertir que dejaba concluida la investigación de Odebrecht. Su sucesor, Alberto Elías Beltrán, se sentó sobre ella, pero Santiago Nieto, entonces Fiscal Electoral, tenía otros datos y otra agenda y cierta proclividad a aparecer en los medios un día sí y otro también.

Así que por su lado hizo y declaró sobre el tema y Elías Beltrán le pidió la renuncia y señaló como su destino el ostracismo.

Ostracismo que lo arrojó a los brazos de Morena, con quien guardaba lazos enraizados por su cercanía con el matrimonio Cárdenas Mijangos —Jaime Cárdenas y María de la Luz Mijangos, Fiscal Anticorrupción ella, por cierto, fueron de los 300 invitados a la boda de Don Santiago y Doña Clara (Humphrey) en Antigua, Guatemala— y que lo llevó a convertirse en uno de los funcionarios más cercanos a López Obrador ya en la presidencia.

Santiago Nieto como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, operó directamente con el presidente la mayoría de los asuntos. Fue tal su fuerza que a su jefe directo, el Secretario de Hacienda, no lo pelaba y con su contraparte, el Fiscal General, tuvo severos desencuentros.

¡Ah, pero el amor es una cosa esplendorosa! Y Don Santiago se enamoró de una prestigiada abogada que trabajó bajo sus órdenes la primera parte del sexenio hasta que, por méritos propios, llegó a Consejera Electoral del INE.

Pero calcularon mal los tiempos y dos días antes de que el presidente viajara a la ONU para hablar ante el Consejo de Seguridad de su combate a la corrupción, decidieron celebrar sus nupcias discretamente fuera del país.

Todo iba bien hasta que una funcionaria que debiera estar en el principal evento turístico de la Ciudad de México, el Gran premio de la Fórmula 1, prefirió un aventón en el avión del director de El Universal compartiendo asiento con un empresario de espectáculos a quien suele asignarle, desde su cargo público, contratos directos. Y de paso, como llevaba una bolsa grande, le guardó en ella 35 mil dólares en efectivo a Francisco Ealy Ortiz, a quien acompañaban otras personas menos comedidas.

Lo demás es de todos sabido.

Pero menudo problema para el presidente hablar del combate a la corrupción en México como el mayor de sus logros con una funcionaria detenida momentáneamente (cinco horas) en Guatemala en viaje en avión privado a la boda del funcionario encargado, entre otras cosas, de esas operaciones que expiden un tufo propio a lavado de dinero.

Así que la luna de miel empezó con una carta de renuncia y los recién casados, o al menos, él, no tendrá ya prisa para regresar pronto a México. Ni ganas.

Se juntó el azar con el destino; los tiempos no le fueron propicios al joven desposado y, al final, su protagonismo, aún en la discreción y con frontera de por medio, volvió a ser su destino.

Por cierto, una vez como abogado electoral me pidieron arreglará una reunión con un funcionario partidista con mi cliente precandidato. ¿Dónde?, pregunté iluso. En el lugar más público que encuentres, me dijo el famoso Meme González: “no hay nada más privado que lo público” o, como diría mi santa madre, “no hagas cosas buenas que parezcan malas”.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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