LO DE HOY

Adoratorio masivo

Adoratorio masivo

Foto Copyright: fifirulas3030

¡Pero qué necesidad!, diría Juan Gabriel.

Carlos González Blanco
Colaborador invitado



¿Para qué el adoratorio masivo en el zócalo?

¿Mostrar músculo, ante sus críticos?, no era necesario, él ya es presidente.

¿Mandar un mensaje a todos de su poder y respaldo popular?; tampoco es necesario, salvo que esté pulsando el atrevimiento de crear las condiciones para prolongar su mandato.

¿Mandar un mensaje a los candidatos morenistas para mostrar que él es el dueño de las masas y las puede poner al servicio de quien quiera?

Eso es lo más probable y necesario para su sobrevivencia.

Claramente sabe que el sello de la casa es la traición y el madruguete de tribus: el estilo personal impuesto por él.

A partir de los amagos de sus cercanos a disputar el método partidista de encuestas para elegir sucesor y dividir al morenismo, su prioridad es preservar la unidad.

Si no logra ese objetivo puede perder la sucesión presidencial.

Sería lo de menos.

Su riesgo real es verse exhibido por los ahora amigos y adversarios cuando ya no sea respetable ni pueda dominar a su "rottweiler" de la Unidad de Inteligencia Financiera.

Si no gana la sucesión, sabe que será perseguido el siguiente sexenio y vulnerable ante la DEA de los Estados Unidos.

Su verdadera angustia es mantener la unidad del morenismo.

Esta demostración de fuerza es un crudo recordatorio de que el único dueño de la brújula de los zombies, borregos y focas es él.

De paso, recordar que quién se siente en la silla, dependerá del apoyo popular del que es dueño.

¿Vanidad?, ¿Soberbia? ¿Egolatría? Quizá, pero no requerían un adoratorio de esa envergadura.

Probablemente también exista algo de demencia.

Amlo sigue comportándose como candidato y es obvio que no se siente bien como presidente.

Está contrariado porque absolutamente todo le sale mal, menos, seguir siendo candidato.

Le queda prácticamente un año para transitar en el proceso de elección de candidato y sabe muy bien que en ese camino habrá sorpresas.

El reloj, su salud y el costo económico de seguir pagando sus clientelas son otros de sus verdaderos problemas.

Uno más, el notorio colapso de la administración pública desahuciada sin presupuestos que necesariamente le revertirá consecuencias catastróficas.

A diario le crecen los problemas y con ello su desesperación y enojo.

Su tiempo es limitado y sus riesgos muy altos.

Nada es para siempre, ni siquiera él, ni la aparente lealtad de su gente, ni su credibilidad, ni su buena estrella.

Probablemente propiciar un adoratorio popular como el de ayer sólo es un acto de desesperación y alarde.

Puede ser.

En lo personal, creo que su suerte está echada; no tiene un futuro promisorio.

Es cosa de tiempo.

Redacción LFM Opinión

Redacción LFM Opinión

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