Epifanías

Impotencia testamentaria

Impotencia testamentaria

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Lo importante no es conquistar el poder, sino saberlo usar.

Testar. El enano veía el umbral, pero nada entendía; la serpiente y el águila recitaban cual fieles organillos palabras que jamás alcanzarían a discernir. Zaratustra confirmaba que su vida era póstuma, que aún no eran sus tiempos. Que aquella estrella cuya luz aún no cesaba de llegar a este polvo de polvos en el cosmos, si bien se había extinguido hacía millones de años, continuaba imponiéndose sobre la soberbia de sus temporales pasajeros.

No solo se creían el goznes del universo, le asignaban su medida, perspectiva, razón y lengua.

Pero no les fue suficiente: No satisfechos de su capacidad de creación en acto, quisieron gobernar más allá del cerco de sus tiempos: ordenar al futuro, regir el mañana: testar.

Pobres diablos, les dijo Lennon: “Life is what happens to you while you’re busy making other plans

Y le cantan y aplauden, pero jamás lo han entendido. ¿Cuándo han entendido? ¿Cuándo entenderán? ¿Por qué habrían de entender?

Si lo suyo es dejar hacer y dejar pasar mientras sueñan.

Ilusos testamentarios, que en el poder de la acción y en el instante, se entregan a la deidad de su impotencia.

¡Enanos!

No pueden con el instante y sueñan de eternidad.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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