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Escojamos nuestras batallas: Acosta Naranjo

Escojamos nuestras batallas: Acosta Naranjo

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Sólito por lo menos debe sacar 35 millones, si no es un fracaso: Guadalupe Acosta Naranjo.

Serie Revocación
IV




La discusión no cesa. Su in crescendo pone en tela de juicio la apuesta presidencial. Aquí damos vista a una posición más.

Escojamos nuestras batallas. Nos quejamos que nos marca la agenda, pero caemos en su ¡agenda mayor!”, dice Guadalupe Acosta Naranjo con relación a la revocación de mandato.

“No vamos porque no lo pedimos, no vamos porque no queremos legalizar el fraude a la ley”, sostiene y explica: la revocación de mandato es un derecho ciudadano “excepcional”, no forma parte de la normalidad democrática. “Ve Chile, dice, se ha aplicado una vez, cuando Pinochet ya era insostenible”.

Pero, apunta, López lo quiere normalizar, hacer sistémico; lo cual es contrario a la Constitución.

No se trata de un derecho o iniciativa del presidente, menos de su movimiento y menos aún del gobierno al que, en su caso, se quisiera revocar. “¿De dónde crees que salieron los 18 mil muertos que firmaron las solicitudes de revocación? Pues de los expedientes de beneficiarios de los programas del bienestar del gobierno. Lo cual, además, nos dice del desorden que traen allí dentro. Por eso no acompañamos la propuesta, porque desde un inicio es fraudulento. Estaríamos legalizando un fraude a la Constitución”.

La segunda razón que esgrime Acosta Naranjo es la mayoría de Morena en el Congreso de la Unión, en el entendido, dice, que “Morena es López Obrador. Nada más”. Entonces, si se le llegase a revocar él pondría al substituto.

Con un agravante, ahorita no hay ingobernabilidad, pero pudiera generarse por andar jugándole al popular. Los mexicanos no pedimos la revocación porque no hay ingobernabilidad, hay desorden y enojo, pero si nos vemos orillados a un substituto del presidente podríamos estar apostándole a ella. Y, ve tú a saber si eso busque en el fondo.

“Ahora, argumenta, Guadalupe, Andrés tiene todo el poder, ganó con 30 millones, tiene tres años gobernando, tiene al Ejército, el presupuesto, los programas del bienestar, la historia revisada y la concentración en sus manos de la división del poder. En esas condiciones debiéramos exigirle como mínimo de 35 millones de votos a favor de lo que él llama ratificación. Porque si no es un fracaso y será el Andrés de los 15 millones”.

Le pregunto qué opina de que, sin sobrepasar el umbral de que la revocación sea vinculante, hubiese en contra de López Obrador una votación abultada.

“Mira, dice, yo no quiero sacar el 30% de la votación, sino el 70% de la abstención. Dejarlo solo, hacerle el vacío. Qué bonito, sal a pelear conmigo sin tiempo, sin dinero, sin estructuras, con prohibiciones hasta de cárcel preventiva. ¡Bueno! Hasta Comité Organizador nos quiere imponer. ¿No llamó a Loret y a Lozano a organizarlo? Lo que quiere es decirnos luego: ‘ya ven, mis adversarios solo valen esas migajas’. Eso es lo que busca. Nosotros tenemos que salirnos de la caja, escoger nuestras batallas. Nos quejamos de que nos impone la agenda, pero caemos en su agenda mayor”.

Además, hace ver, este también es un juego adentro de Morena; es una demostración de fuerza y liderazgo único e indiscutible. Dejar claro que él y solo él va a imponer candidato. ¿Acaso no es el presidente más popular del mundo y de la historia mundial? ¿No se paró el mundo cuando fue a la ONU y Biden y Putin están urgidos de arreglar la bronca en Ucrania para poder adoptar ya el plan de fraternidad universal de López? No, Luis, no, hay que cambiarle la narrativa”.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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