Breve ejercicio sobre tetas y espectáculos afines

Martín Franco
Colaborador invitado

Dicen que las mujeres de Maracaibo son bellísimas de las tetas pa’arriba y de las tetas pa’abajo. Que las maracuchas son peligrosas: nunca se divorcian y nunca se mueren.

¿Qué ve un hombre cualquiera de frente? Primero las tetas. Ahí decide su primera calentura visual y olfativa con respecto a su futura seducción. Cuando ella le da la espalda y descubre apetecibles nalgas, el tipo está enganchado.

Dice la conseja popular que entonces, si ella le pone la teta en la boca, (la derecha o la izquierda, la más desarrollada, lo que definirá su futuro político, del susodicho), estará siempre embrujado. Así se conoce a los especuladores mamadores, nunca dejan de serlo, porque una vez enganchados quieren chupar de todo, (son generalmente políticos y/o comerciantes). Ello se convierte en una actitud de sobrevivencia vital. Se trata de una afirmación inconsciente para disfrutar todo lo que por la boca pasa. Hay quienes aprenden a acariciar y succionar el clí,toris y son recompensados con labios atentos que lubricados se abren en flor. Otros más audaces y sin ninguna moralidad como algunos obispos, diáconos y sacristanes, se especializan en sorber desde tetas hasta vergas al alcance de su boca. De infinitas formas y tamaños.

Las mamas se componen de una estructura de tejido conectivo y un sistema de glándulas y conductos que producen leche. Parte indivisible de los senos, bustos, bubiis, pechos, mamas, ubres, defensas delanteras, bongos, lolas, titis, chichis, bufas, melones, maracas, pechugas, peras, limones, cocos, globos, tetas, son los pezones, y sus areolas o aureolas, sonrosadas a moradas enegrecidas, a negro azabache.

En los últimos años la moda ha sido aumentar el tamaño de las tetas para conseguir marido, viajes, condominios, diputaciones, tarjetas de crédito, joyas y demás riquezas ya que el volumen, forma y consistencia es parte fundamental del embrujo amoroso femenino masculino y demás combinaciones posibles.

De hecho, es atractivo y lúdico, libidinoso y bello ser testigo de besos femeninos en las tetas de otra mujer, se dice que emocionalmente sentimos estar en medio. Vaya usted a saber, son los vericuetos inexplicables del poder de ciertas tetas dadivosas, aventureras, caprichosas.

También ha habido, en ocasiones, mujeres muy bien dotadas que por presión del medio o por pudibundez familiar o religiosa, esconden sus fascinantes pechos vendados, disimulados, impidiéndoles su libertad y libre albedrío. Incluso se sabe de cirugías reconstructivas que mitigan la vergüenza de cargar con adminículos de extraordinario tamaño. Se someten a cirugías reduccionistas, aunque algún día sus dueñas se pudieran arrepentir de la afrenta contra su propia naturaleza.

Desde luego, hay ocasiones en que las mutilaciones, son inevitables por razones médicas y entonces habrá que atacar con bisturí para salvar la vida y más tarde proceder a reconstruir si así decide la dichosa fémina, de cualquier forma, el futuro es promisorio si descubre a tiempo cualquier calamidad, desde mordidas a tumores. Entonces es fundamental ponerse en manos de un verdadero cirujano plástico y evitar a los atractivos charlatanes más baratos.

Hoy en los mercados modernos se ofrecen una enorme cantidad de alternativas que bien vale la pena considerar y explorar. Nada debiera evitar la amorosa experiencia entre amantes. En Veracruz dicen las jarochas: todo está en la mente, mientras mueven el culo al son de la jarana, el arpa, el requinto y la quijada de burro, por ejemplo, las tetas se mueven rítmicamente de arriba abajo a un lado al otro hasta enloquecer al respetable. Se siguen oyendo: La bamba, El colás, El buscapiés, El jarabe loco, El toro, La iguana, La paloma, La petenera, entre otros muchos zapateados, sones de lingüililingue que mueven las danzantes mientras sus senos se balancean a ritmo costeño y de fandango.

Las tetas de Tiresias de G. Apollinaire, con dibujos inéditos de P. Picasso se estrenó en París en 1917. El argumento de esta obra ‘surrealista’ gira en torno de una pareja protagonista, Teresa y su marido. Ella, harta de la vida doméstica al servicio de numerosos hijos, decide cambiar de sexo…

Delicta carnis de A. Nervo: “Carne, carne maldita que me apartas del cielo; carne tibia y rosada que me impeles al vicio… ¡Oh señor Jesucristo, guíame por los rectos derroteros del justo; ya no turben con locas avideces la calma de mis puros afectos ni el caliente alabastro de los senos erectos…”

Capitulación, de C. Vallejo… “y anoche, en medio de los brindis, me hablaron las dos lenguas de sus senos abrazadas de sed…”

Anónimo: “Me hago tuya/ Te haces mío/ Y el mundo me sabe a ti/cuando estalla mi gemido”.

De M. Franco: “Espera, ten paciencia, primero dame tu lengua para devorar mis senos/ cuando veas la aurora brillar/ será el tiempo propicio /Descubre mi universo/ Besa, come, chupa, el goce mutuo será la recompensa/ Quiero quererte para siempre/ Quiero que mañana seas el amor de mi vida/ Que me recorras otra vez desde las nalgas/ Como las olas del mar, que suben y se acercan, luego explotan, se alejan y regresan/ Bésame”.

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