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Genealógía del Desastre Presente

Genealógía del Desastre Presente

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En el camino perdió todo a manos de un guarro epígono del oportunismo chantajista y grandilocuente heredado del ingrávido y pétreo de Cuauhtémoc y del otrora talentoso y ahora marginado don Porfirio el menor.

José Newman
Colaborador invitado>


Siendo adolescente me inscribí en el partido comunista al mismo tiempo que al PRI, y lo hice atraído por dos primos muy diversos, ambos con gran pasión política. En ambos partidos alcancé a conocer a los militantes más viejos ( mayores de 60 cuando yo tenia 14) y a relacionarme con las varias generaciones intermedias. Con los años viví la transformación ocurrida en ambos grupos, incluyendo ya también a los de mi propia generación y lo que en ambos ví, en ninguno me gustó.

En la izquierda pasaron, de idealistas, templados y hasta heroicos, estoicos y admirables, a vividores que aprendieron a amenazar y chantajear al gobierno que, para entonces, había introyectado la culpa y el miedo de ser o de parecer autoritario a raíz del 68.

En el PRI viví un cambio igualmente negativo: de militantes esforzados, orgullosos de ser gobierno y con oficio político, sensibilidad social y experiencia en tareas gubernamentales, a improvisados advenedizos sin ningún mérito (salvo algunos muy contados, que ciertamente aunaban sensibilidad y habilidad políticas con altos estudios y probadas capacidades) que llegaron y ascendieron por relaciones y conveniencias. Esa doble y paralela desmejora, desnaturalización y deterioro inició aceleradamente con el locuaz e impulsivo de Echeverría y continuó empeorando al sumar a un PAN cuya mutación, en paralelo, suplió a profesionistas e intelectuales católicos que no vivían de la política ni de cargos públicos, por medianos e impreparados empresarios y comerciantes que antojaron convertirse en figuras públicas. Los primeros derivaron en una horda de farsantes, hipócritas y utilitarios con Cuauhtémoc como emblema, o bien en peritos técnicos de la nueva política, ambiciosos, insensibles y voraces. Tras ellos, los panistas de reciente cuño devinieron en vendedores en busca de ventas, rentas y negocios. En manos de gentes así llegamos al fin del siglo xx con la rutilante y publicitaria bandera de la Transición con estola Democrática.

En el camino de los setentas al fin de siglo, los partidos en manos de todos éstos se prostituyeron, mención especial lo actuado primero por la Contrarreforma Política de De la Madrid y más tarde por el Aggiornamento de Salinas, la Seguridad Nacional, Pública y Preventiva fue destruida y puesta en manos de ineptos y corruptos (aquí el artífice fue De la Madrid), la economía fue primero desquiciada (especial y doble distinción para el populachero LEA y su enjaezado y grandilocuente perro defensor del peso) y luego reconvertida sin la adminiculación obligada (por los distinguidos técnicos del salinismo seguros de prolongarse “hasta el 2024”).

La tal Transición llegó de la mano del extra de Western, del salidor impotente y vendedor de refrescos Fox, su trepadora parejita zipizape y sus hijitos comisionistas de cuanto hubo, que fueron incapaces de transicionar nada. Trepó el abogado monaguillo, hijo, mas nunca heredero, de un panista originario convencido y decepcionado del PAN reconvertido y, el cuestionado chaparrín, llegó tocado y nunca se repuso. Con la Seguridad destrozada, ambos fueron, no sólo incapaces para recobrarla, sino pequeñitos para hacerle frente al invasor narco y sus tíos, los enriquecidos desalmados, y así acabaron sin más gloria que acabar y llegó entonces el copetudo comodín quesque descendiente del priismo original más no, hechura de 4 sastres mal cortados y el animal que es México se les zafó y en alegre concurso con forzudos chuchos en bajada y sospechistas criles de gomina, diéronse a celebrar un pacto que se quedó en el Mexican Moment de la paginas celebratorias y no pudo controlar ni a esa generación de post pris, ni a los post panes, cuantímenos a la izquierda chucha que en el camino perdió todo a manos de un guarro epígono del oportunismo chantajista y grandilocuente heredado del ingrávido y pétreo de Cuauhtémoc y del otrora talentoso y ahora marginado don Porfirio el menor, que se les descolgó por los costados clamándose mesías coreado por legiones de neoizquierdas chantajistas resentidos y trepadores oportunistas variopintos.

Esa y no otra es la genealogía del presente desastre. Sin fe ninguna, Doy Fe !!!

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Redacción LFM Opinión

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