Epifanías

Xóchitlmanía, una explicación

Xóchitlmanía, una explicación

Foto Copyright: lfmopinion.com

Puede que ese desparpajo y ludismo de los que ha hecho gala la señora Xóchitl en este circuito de la competencia tenga al inquilino de Palacio fuera, incluso, de su propio delirio.

Una de nuestras grandes pérdidas en este sexenio es la de la capacidad de poder deliberar públicamente. Están los ánimos tan a flor de piel que cualquier opinión e, incluso, duda que se aventure puede ser leída como ataque, traición o complot y, a veces, las tres cosas a la vez.

No obstante, comparto una inquietud, por demás oportuna. ¿Por qué si López sabe que cada vez que ataca a Xóchitl Gálvez la crece y fortalece lo sigue haciendo con una religiosidad que más que ciega y absurda, se antoja interesada y taimada?

Advierto tres posibilidades:

1. Mover a Xóchitl Gálvez de pista de la Ciudad de México para evitar una derrota anunciada con ella como candidata, apostando a que las nomenclaturas partidarias no la dejen pasar a la presidencial.
2. Desquiciar la poca organización que han logrado las oposiciones y engrosar el descarrilamiento legal del proceso electoral llevándolas (con gran éxito hasta ahora) a las mismas irregularidades que sus corcholatas.
3. Estar, ahora sí, totalmente fuera de control.

La última posibilidad amerita una explicación, siempre bajo el previo asesoramiento de mi Ludi Magister, Pepe Newman: el delirante toma su delirio con la mayor de las seriedades. La energía, insistencia y dominancia de éste (el delirio) gana la centralidad de su entorno y consume todos los esfuerzos de quien lo sufre en un actuar demandante, dominante y perturbador.

Bajo esas premisas, el delirio, aunque se exprese en gracejadas y fatuidades, es para el delirante lo más serio en su vida. En él no cabe el verdadero humor, ni el ámbito lúdico. Y, puede entonces, que ese desparpajo y ludismo de los que ha hecho gala la señora Xóchitl en este circuito de la competencia tenga al inquilino de Palacio fuera, incluso, de su propio delirio.

Finalmente, López es un delirante épico, presto al más heroico de los lances, la más homérica de las victimizaciones y el más semidivino de los calvarios; pero de humor no tiene nada y puede que contra el humor de Xóchitl se retrotraiga a los berrinches propios de su infancia.

Pero esto apenas empieza, puede haber de su parte trampa, mala leche o estrategia; puede haber impotencia humorística y puede haber simple y llanamente lo imprevisible de la esencia humana.

Veremos.

PS:- Otra cosa será examinar la Xóchitlmanía, porque toda manía no deja de ser una excitación psicomotriz derivada de alguna exaltación. Si logramos distinguir dicha exaltación y comprenderla, podremos explicarnos qué nos está pasando y actuar verdaderamente como ciudadanos racionales y no como marionetas del conductismo emocional.

PS1:- Van por delante mis disculpas a quienes esto les ofenda. Pero más vale decirlo que lamentarlo.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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