Epifanías

Responsabilidad del Comité Organizador FAM

Responsabilidad del Comité Organizador FAM

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Cuando llega el momento de rendir cuentas y responder de su pericia nada más no aparecen.

Responsables. — México es un país de expertos. Para todo tenemos expertos, excepto en responsabilidad. Nuestros expertos se venden como panaceas, protagonizan como Divas, pontifican cuales Einsteins, cobran como Ronaldo y pululan como virus; siempre prestos para cualquier entrevista de radio y televisión sin necesidad de que medie provocación al respecto; pero cuando llega el momento de rendir cuentas y responder de su pericia nada más no aparecen.

Ayer, México y una buena parte de mexicanos de buena fe vieron nuevamente perdidas sus esperanzas, no por lo que sí funcionó del Frente Amplio por México, sino por el timo de una elección primaria que jamás estuvo en condiciones de llevarse a cabo por fallas técnicas, problemas logísticos, montajes y ausencia de transparencia y seriedad en la organización y comunicación de su Comité de Expertos.

Todavía ayer por la tarde éstos seguían en los medios que tanto les atraen sosteniendo lo insostenible e invitando a la gente a votar en unas casillas que nadie sabía dónde iban a ser ubicadas, ni quiénes de los registrados habían sido dado de baja, por qué y por quiénes.

De los partidos ya esperábamos sus conocidas bajezas, pero en todo esto hay un Comité Organizador que debe de rendir cuentas al Frente y a los aspirantes, pero, principalmente, a los ciudadanos a quien engañaron sin conmiseración desde el día uno del proceso.

Lo que estaba en juego era México y no estuvieron a la altura del reto.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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