PARRESHÍA

¡A la Corte, a la Corte!, que nadie vea el presupuesto

¡A la Corte, a la Corte!, que nadie vea el presupuesto

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Su objetivo no es ganar la presidencia de la República, es convertir a la última en el arenero de los nuevos dueños de México.

Mientras López ceba a la opinión pública de odios y rencores contra ministros y jueces, nadie para atención en el endeudamiento propuesto de casi 2 billones de pesos para el año que entra —la gran mayoría para financiar gasto corriente—, menos en los endeudamientos acumulados de años anteriores.

Nadie repara en los aumentos al presupuesto de la Defensa Nacional, superiores a los de PEMEX y de los programas de bienestar. Ninguno en los austericidios en salud, seguridad y educación. Ni quién voltee a ver la muerte del federalismo a golpes de ascetismo presupuestas. Ni qué decir del homicidio de la división de poderes por inanición del judicial y la más servil abyección del legislativo.

Ya mejor ni hablemos de seguridad, colusión con el crimen organizado, desplazados, medio ambiente, migrantes, desdoro internacional; de incumplimientos, de la mentira como forma de gobierno, de la soberbia hecha chistorete entre cortesanos.

Pero tampoco nadie ve que el embate al poder Judicial es la definición del eje central de la narrativa de las campañas electorales del año que entra. No van a discutir sobre los proyectos del próximo gobierno; menos sobre las inexistentes defensas de éste. Van a escalar sus ataques sobre un poder Judicial corrupto, enemigo de la Transformación, conservador y defensor de privilegios y abusos. Lo curioso es que no persiguen ninguno, porque no se trata de corregir ni sancionar, sino de excusar la destrucción en curso.

Porque, ¡ojo!, no van a centrar sus campañas sobre su triste candidata y eso que llaman movimiento, sino sobre el nuevo “villano favorito” de esta temporada de la serie “4T”: la ministra Piña y sus compañeros togados. Porque su objetivo y discurso son ganar al costo que sea el Congreso para acabar de una vez por todas con la vida institucional de México.

Su objetivo no es ganar la presidencia de la República, es convertir a la última en el arenero de los nuevos dueños de México.

Y mientras esto sucede, las mareas ciudadanas y oposiciones se desviven haciendo del huipil fetiche, de la bicicleta detente, de la nueva y vieja política la negación de la política, y de la Xóchiltmanía desfiguros de candidatos en busca de postulaciones, ¡por el amor de Dios!

¡Así nos va a ir!


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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