Epifanías

Armagedón

Armagedón

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El Estado es como la salud, sólo se percibe una vez que desaparece.

Armagedón. — La crinolina es un tejido con urdimbre de crin de caballo. Ondulado, pues. Cuyos pliegues se expanden en cuerpo de campana, bajo cuya superficie solo hay hilos y espacio. Hay también estructuras crinolinas: armazones sobre las que se despliega la falda femenina. Lo importante es que bajo ella no hay nada más que desnudez y, a veces, desvergüenza.

Pues bien, los vientos feroces de Otis se llevaron las crinolinas de la 4T, dejando expuesta la nada de su ser.

Hoy Acapulco y buena parte de Guerrero es sin ley, autoridad, seguridad, orden, libertades, agua, luz, alimentos, salud, caminos, información, mañana. Sin Estado.

Hay hoy en México un hoyo negro que amenaza con tragarse al país entero, mientras López le hace al lelo en las mañaneras.

Acapulco es hoy tierra de nadie, estado de naturaleza, barbarie en su jugo. Tierra del Homo Homini Lupus.

López se pertrecha en su mañanera y negación de la realidad. Mientras en la tierra caliente arde la sangre.

Las señales no pueden ser más claras. Acapulco está incendiado y fuera de control.

La ausencia de Estado es la barbarie y con ella hemos topado. La 4T muestra su absoluta impotencia y falsedad. Sólo han sabido enviar, en plan de propaganda, una bola de inútiles vividores con chalecos guindas. Ejército, Guardia Nacional y policías, donde las hay, están rebasados y a punto de linchamiento. ¡Remember Tlahuac!

Y López cree que su cerco militar va a contener que veamos el fuego.

Al tiempo.

PS. — El Estado es como la salud, sólo se percibe una vez que desaparece.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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