El Peje y el huracán
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Envío mi solidaridad y afecto a los amigos de Acapulco donde tan buenos tiempos he disfrutado.
En la polarización, los extremos radicales se expresan con características de intolerancia y generalmente las voces moderadas pierden poder e influencia.
Para Gramsci, es claro que la política es desarrollo con oposición a una máxima teórica y sus características dominantes.
El término polarización al que me refiero viene de la ciencia política, es decir, del cuerpo sistematizado, objetivo y racional que estudia las instituciones de gobierno, cómo los ciudadanos interactúan con el gobierno, sobre el poder y cómo se llevan al cabo las actividades, doctrinas y estrategias entre individuos, gobiernos y empresas públicas y privadas para la mejor toma de decisiones hacia el bien común en la sociedad. Cómo el Estado enfrenta crisis sanitarias, educativas, de seguridad, económicas, de desastres naturales, de carácter nacional e internacional. Las expresiones y resultados de la gobernanza.
Es la política, del griego polis, donde siempre hay negociación porque, como refiere Aristóteles, se trata de los asuntos relativos a ‘las ciudades o de los ciudadanos’.
La situación política al través del tiempo ha sido cambiante y polémica, aunque repetitiva por el uso y abuso del poder. Ello recuerda lo escrito por André Gide: “Todo está dicho, pero como nadie escucha, es preciso decirlo otra vez”.
Usando un latinajo siempre útil: ‘Bis repetita placet’.
Particularmente útil para ubicar la polarización política en la sociedad. Del latín, ‘Societas’, unión, por extensión asociación, con iguales o semejantes valores o creencias.
A contrario sensu, podemos subrayar que la polarización lo que hace es imposibilitar consensos y trabajo común para cumplir objetivos específicos en la organización ciudadana o social; esto es, dificulta el camino al progreso, la solución de problemas y la consolidación del Estado y el gobierno con respecto a los beneficios ciudadanos en el desarrollo.
Por tanto, la polarización significa aumentos de costos y desperdicios, mayor esfuerzo para solucionar problemas, que mientras más complejos son, se alejan del horizonte de lo posible a corto y mediano plazos.
En este país nuestro de enormes carencias y alta marginación y pobreza, a pesar de los programas de bienestar de la presente administración y del esfuerzo importante por ordenar el gasto público hacia objetivos sociales, sobresalen aún en la sociedad enormes diferencia en la distribución del ingreso y la concentración de la riqueza.
De acuerdo con datos del INEGI, el 50% de la población posee solo el 9.2 % de los ingresos totales mientras que el 10% más acaudalado concentra el 57.4 % de ellos y sólo el 1% tiene el 26.1% del total, lo cual hace que México sea uno de los países más desiguales del mundo.
Lo anterior, aún sin hacer referencia específica a las carencias y desigualdades en educación, salud, vivienda, seguridad, niveles de consumo, trabajo, esparcimiento, oportunidades en cuanto al nivel y calidad de vida de la población en las características de nuestro país subdesarrollado, en proceso de desarrollo o de menor desarrollo relativo.
Por ello se justifica plenamente la política de esta administración para intentar reducir la brechas y diferencias en ingreso y concentración de riqueza y promover un país más igualitario, menos pobre, más parejo, con el manejo e influencia de todos los instrumentos de política política, política social y política económica disponibles.
Así, ya se estableció, por ejemplo, el pago universal de impuestos, aunque algunos sigan pataleando a favor de sus privilegios, la mejora en salarios mínimos y programas incluyentes de bienestar.
A propósito del reciente huracán que destrozó Acapulco y pueblos cercanos, se desataron un sin fin de críticas inscritas en la polarización, la mayoría sin ton ni son, que no aguantan análisis político ni ético serios y que son controvertibles, más emotivas que certeras.
La mayoría de esas críticas son producto del odio impuesto por la manipulación informativa de actores políticos acostumbrados a recibir prebendas de los gobiernos anteriores, otras son derivadas del odio creciente como respuesta a una acre política de polarización: ‘primero los pobres’ y algunas, las menos, son razonablemente ciertas, aún en el terreno de la especulación y falta de información.
Sin embargo, es inaceptable la tardanza en la respuesta ante el fenómeno meteorológico, muy polarizada fue la visita terrestre a Acapulco del famoso pejePresidente y los vídeos que muestran a la población ‘buena y culta’ participando en robos y ultrajes en las tiendas de la Costera, la desaparición del Fonden, aunque no los recursos disponibles y el griterío de las senadoras X’s filopanistas, entre risas y crema de pastel embarrado y la vulgaridad que las caracteriza.
Las críticas han abundado también con respecto a la ‘lentitud del restablecimiento de energía eléctrica’, sólo alrededor del 55% del mercado total reinstalado en los primeros días del lamentable fenómeno y sin considerar con amplitud la magnitud descomunal del desastre.
Así como el lento restablecimiento de comunicaciones y seguridad, donde los gobiernos municipal, estatal y por extensión el federal, parecen haber desaparecido, haber sido rebasados, ante la magnitud del desastre en este maremágnum de emociones y mercadeo de culpabilidades, coraje, reproches, odios y abusos del pueblo en la polarización, además de una amplia difusión de noticias lamentablemente trágicas.
En este marco, esta administración tiene la obligación de coordinar la resolución de esta nueva crisis mayúscula y poner de pie al puerto y zonas cercanas. Algunos lo seguirán culpando de todo…y el contestará con sus travesuras repetitivas que tanto rencor generan.
Lo anterior ocurrirá en un exacerbado ambiente político de polarización nacional, donde las próximas campañas electorales desnudarán los excesos de la locura, los insultos y las mordidas. Ciertamente, en ocasiones la política se hermana con los mitotes y se muestra que es también teatro y show. Más aún cuando la polarización en la crisis solo lleva a destruir, al encono, la impotencia y la banalidad.
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