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Falta de solidaridad

Falta de solidaridad

Foto Copyright: lfmopinion.com

Los mexicanos carecemos de una consciencia política, de una sensibilidad por los que sucede en el colectivo.

Se supone que los mexicanos tenemos un elevado sentido del apoyo y la ayuda en los momentos trágicos y difíciles para los que están pasando situaciones de desastre.

Y sí, muchos ciudadanos cuando mucho harán un gesto de reconocimiento de lo sucedido en Acapulco; pero no harán nada más. En comparación con los más responsables qué sí han respondido de una manera positiva y cooperadora.

La gran mayoría no hace nada, tal vez comentar el asunto y punto; pero sin hacer nada al respecto.

Bueno, hay quien de plano no está ni enterado de lo que sucedió con el paso del huracán Otis, ni todo lo que causó. Sólo porque no le interesan las noticias, ni le importa nada más allá de lo que sucede en sus narices.

Eso es exactamente una falta de solidaridad, es una tendencia muy franca en nuestra carencia de un sentido de unidad por lo que le pasa a los demás.

Es parte de nuestra manera de ser. Y más aún que vivimos la tendencia moderna a una vida más individualista y encerrada en los asuntos personales y todo lo demás: si no me interesa, no me importa.

Los mexicanos carecemos de una consciencia política, de una sensibilidad por los que sucede en el colectivo.

Este enorme desastre en el famoso puerto mexicano ha mostrado una falta de liderazgo en las autoridades que no han sabido sumar y exhortar al pueblo a colaborar por buscar el bienestar y la recuperación de cientos de familias afectadas.

El hecho es muy significativo porque seguimos mostrando una apatía social, una falta de compromiso por los demás, en este caso por los que viven esta fuerte tragedia.

Se nota que lo que nos mueve son los líderes, los caudillos, las cabezas pensantes que nos inducen a vivimos miremos a lo que acontece, y si no de plano ni volteamos. Estamos acostumbrados a mirar nuestros pasos, agachados, mirando al suelo. Y solo volteamos a la otredad cuando alguien nos dice que miremos a nuestro alrededor. Un pueblo ensimismado en sus tareas personales, que ya no tiene tiempo para los demás. Siempre está ocupado en algo que le impide echarle la mano al que lo necesita. A veces ni a la propia familia la puede ayudar, porque "no tiene tiempo", tiene muchas cosas que hacer.

Sí hay tiempo para la pachanga, para las fiestas y celebraciones, así sí hay un "huequito" para asistir; pero si se trata de abrir el monedero o echarle la mano a los problemas de los demás, no se puede.

Es cuestión de jerarquías y prioridades, y en muchos mexicanos no la tenemos para cuando se trata de apoyar las miserias y las tragedias de los demás.

Y la respuesta a esta pregunta lo dice todo ¿Qué haz hecho por los afectados de Guerrero?

¿Cual ha sido tu aportación, más allá de las palabras? Porque también a muchos políticos sólo se les va en el bla bla bla y sus acciones y aportaciones son escuetas y sin efectividad.

Las tragedias, los desastres y las hecatombes también son una lección de realidad para constatar quién está en las buenas y en las malas. Quién si responde con lo que dice que es y quién es o ha sido pura demagogia y engaños.

Pues parece que el destino le ha jugado una carta oculta al presidente, que desde luego no esperaba y ha sido el examen Otis al final de su mandato.

Ha reprobado, no es un líder, ni siquiera llega a caudillo, ha sido un falso profeta, un hablador, un tigre de papel, que con los primeros vientos fuertes, se deshace en su pretendido protagonismo con un discurso fallido.

Los pejezombies ya no saben ni qué decir ni cómo defenderlo, aunque siempre encontrarán justificación a todo lo que el Mesías haga. Porque han construido un verdugo que siempre quiere cortarle la cabeza a la víctima, que es su noble disposición de mirar primero a los pobres. Precisamente a los que no quiso ni ver en Acapulco, minimizando lo acontecido y sin poder detener la rapiña, el hambre, las carencias y el dolor de los que sufren las consecuencias de la realidad del huracán.

Ahora sí queda más evidente que tenemos a un presidente que vive en otro mundo, en su narcisismo protagónico, en su burbuja de una transformación histórica, que se ha convertido en su propio calabozo. Ejemplo vivo del drama de una espeluznante pesadilla, que los mexicanos hemos tenido que conllevar por la brujería que le ha dado, con sus hechizos y pócimas a este pueblo sumiso y agachado que ha creído en semejantes falacias.

Ahora, muchos de sus seguidores también carecen de la solidaridad genuina, se han convertido en los auténticos idiotas útiles, que siguen a ciegas al político populista y tramposo que los ha llevado también a cruzarse de brazos y a no hacer otra cosas que minimizar lo que acontece en Guerrero y en la violencia en todo el país, fruto de un estado que ha pactado con el crimen organizado y que se apodera de todo lo que le han dejado hacer.

Ahora el ejército de idiotas útiles al servicio de la pantomima presidencial son prisioneros de su discurso, como bien diría Antonio Gramsci en su obra "Los Cuadernos de la cárcel, (1947-1951) donde sostiene de como los líderes populistas y demagogos logran el control de la sociedad mediante la dominación cultural y la cooptación de las instituciones a base de la propaganda.

O también como Juan Linz, un politólogo español que en su obra "Totalitarismo y autoritarismo" (1964) analiza cómo los gobiernos totalitarios sostienen sus regímenes a base del control de los medios y la información.

El miedo, la falsa esperanza, el ataque sistemático a las instituciones democráticas que no se someten es un esfuerzo cotidiano que se realiza, desde la perversidad, en el control de los medios, tal y como sucede con las mañaneras.

La falta de solidaridad auténtica es su caldaso, que ahora lo lleva a la guillotina y serán las mismas víctimas del huracán, las que pedirán su renuncia al exhibir su rotunda carencia de sensibilidad con el pueblo.

Cuándo no se extiende la mano al necesitado de manera efectiva y pronta, ya no hay manera de ocultar ni justificar la madera verdadera de la que se está hecho. Solo sus ciegos y fieles seguidores, seguirán viendo lo que les han dicho que hay que ver. Pero la realidad se impone, se derrumba el castillo de naipes y las mentiras se azotan frente a una evidencia inevitable.

!Qué falta de solidaridad!


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Guillermo Dellamary

Guillermo Dellamary

Dr. Guillermo Dellamary Soy un psicólogo, filósofo, con más de 30 años de experiencia y buscando ayudarte a vivir tu vida de una mejor manera.

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