PARRESHÍA

La medianía

La medianía

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El México polarizado es uno que nos es ajeno y distante, que nadie quiere, que todos temen, que a nadie conviene; salvo a aquél que quiere explotar nuestros desencuentros.

Hoy quiero hablar de la medianía. No de la mediocridad que pulula en nuestra política. Imposible obviar el extravío de Markito, ya no de firmar, sino de ¡publicar! el acuerdo infamante en Coahuila que le ha hecho más daño a la candidatura de Xóchitl que todas las mañaneras juntas. Como tampoco el destape Fosfo Fosfo que el más inútil de los ujieres de un partido lo hubiese hecho mejor.

No, quiero hablar del espacio que media entre los opuestos irreductibles en que ha dividido a la Nación la 4T. Hoy México está abismado en dos mundos incomunicados y confrontados. Dos méxicos a muerte.

Un México esquizado que, gane quien gane la presidencia este año, pervivirá el 3 de junio más confrontado que nunca.

Esa medianía que hoy nos separa, es el espacio que tenemos que llenar. Llenar no sólo de deliberación, encuentro y perdón, sino de México. Entre ambos extremos irreductibles palpita el México verdadero, el que tenemos que vivir y vivimos todos los días.

El México polarizado es uno que nos es ajeno y distante, que nadie quiere, que todos temen, que a nadie conviene; salvo a aquél que quiere explotar nuestros desencuentros.

En una elección presidencial, los extremos se acentúan, pero en 300 elecciones distritales para diputados y 32 para senadores, los extremos se encuentran y tocan en la pluralidad propia de una Nación pluricultural y democrática como lo es México.

Sé bien que escribo una insensatez, más en tratándose de las esquizofrenias que pueblan la cabeza presidencial, pero tanto Claudia debiera tender puentes con Xóchitl, como ésta con aquella, porque México el 3 de junio estará siendo el mismo de hoy; solo habrá cambiado la perspectiva de futuro que, o la ahondamos en el desencuentro, o la superamos en el reencuentro y la comprensión.

México es uno en su pluralidad, sólo, ahora sí, la mediocridad puede dejar de llenar la medianía que media entre nosotros.


PS. — La coalición ya se tardó en sacar a Markito bañado de chapopote y emplumado de entre sus filas.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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