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La demagogia, es un peligro para la democracia

La demagogia, es un peligro para  la  democracia

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Envolver a la mente de los incautos e inocentes que se dejan cautivar por su oratoria hipnótica y seductora.

Es el recurso que utilizan los pseudolíderes para ganarse el apoyo popular, echándose discursos con tintes emocionales, promoviendo el sentimentalismo y los prejuicios que culpen y acusen a los demás de los problemas que aquejan a una sociedad.

Regularmente los demagogos evaden los argumentos racionales y prefieren centrarse en abordar las dificultades con falsas promesas, que suenen atractivas y conmovedoras.

El caso es envolver a la mente de los incautos e inocentes que se dejan cautivar por su oratoria hipnótica y seductora.

Es una manera de manipulación, porque usan las debilidades humanas a su favor, como el miedo y la inseguridad, o bajan el cielo y las estrellas con palabras bonitas, pero que en el fondo no dicen nada, ni mucho menos van a cumplir con sus falsas promesas.

Llegan a tener tal poder en la mente de la opinión de sus seguidores que logran conseguir su apoyo incondicional y forjar una lealtad a su ideología y discurso, que ya no serán capaces de cuestionarlo, sólo lo van a defender y hacerlo propio, porque está lleno de ego y narcisismo.

Uno de los recursos más habituales que utilizan en sus discursos es desacreditar a sus oponentes políticos y regularmente lo hacen poniéndose como víctimas de las calumnias y mentiras que le señalan.

Se acaban erigiendo como la fuente de la verdad y todos los demás están equivocados, la razón la tienen ellos.

El problemas es que este tipo de oradores debilitan a la democracia y van deteriorando la capacidad del diálogo, pues materialmente remplazan el discurso racional por un manejo intenso de las emociones, sobre todo al polarizar las ideologías y la lucha de clases sociales.

Además logran convencer de que las instituciones no sirven y están deterioradas, por lo que hay que acabar con ellas y crear unas nuevas, desde luego que promoviéndolas con las suyas, Así siembran la desconfianza en lo que otros han hecho.

Sus palabras son como filosos cuchillos que dividen a la sociedad, en vez de unirla. Creando todo tipo de antagonismos y luchas entre diversos grupos.

Finalmente el problema es que acaban utilizando el poder, que van acumulando, para acallar a su oposición y controlar la información.

Sin duda, la medicina contra los demagogos es el fortalecimiento de las instituciones democráticas y promover la participación de la gente, tratando de alejar la apatía y el desdén por la política.

Promover el pensamiento crítico es indispensable y que va de la mano con el uso de la razón y la cultura y así alejar la emotividad y los sentimentalismos del diálogo.

Darle apertura y espacio al pluralismo y diversidad ideológica, fortaleciendo los diferentes medios de comunicación para garantizar el acceso a la información veraz y oportuna.

La democracia es de todos y entre más nos involucremos haremos un claro contrapeso en contra de la amenaza de los demagogos que quieren concentrar el poder en sus manos y arrebatárselo al pueblo.

La antítesis está en los habladores, en los que padecen de verborrea y ambicionan el poder con especial glotonería.

Es una plaga de la que tenemos que librarnos y sacudirla de nuestra incipiente democracia, si es que queremos mejorar.


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Guillermo Dellamary

Guillermo Dellamary

Dr. Guillermo Dellamary Soy un psicólogo, filósofo, con más de 30 años de experiencia y buscando ayudarte a vivir tu vida de una mejor manera.

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